La Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos/as (CLAR) ha suscrito un mensaje por se conmemora la XXVIII Jornada Mundial de la vida consagrada en el que invitaron a “renovar el deseo de caminar en esperanza, de aferrarnos confiadas/os a nuestro Dios, de transitar los caminos que nos conducen a la casa de los más pobres, a las orillas más complejas de nuestro mundo”.
Un camino en el que apuestan por una Iglesia puertas abiertas para “abrigarnos con un cariño auténtico, capaz de inclusión y de acogida a la diferencia; de escucha y de valoración de la palabra de las/os demás; en la experiencia de que la otredad nos enriquece y que lo común nos potencia y fortalece en el don del encuentro”.
Sobre todo han pedido a todos los religiosos y religiosas “abrir los ojos para detectar aquellos lugares en los que la vida sigue siendo amenazada de muerte y nos lancemos a llevar hasta allí una palabra y un testimonio que permita optar por la justicia, defender a las víctimas, repartir con generosidad el pan y las posibilidades, expresar el amor con gestos de ternura”.
Fraternidad e identidad misionera
Además desde la CLAR hicieron un llamado a vivir la fraternidad “sin pretender uniformarlo todo y permitiendo que la vida fluya diversa” sobre todo apelando a esos pequeños detalles de “encontrarnos y de hablar en gratuidad, de mirarnos a los ojos y de experimentarnos humanos, muchas veces frágiles, siempre urgidas/os de misericordia”.
Defender la alegría, mantener la memoria, conservar la identidad. Bajo estos tres principios quieren dar cuenta de lo que significa ser consagrados “conscientes de nuestra identidad” para expresar “el gozo de seguir a Jesús y ante los excesos de pesimismo”.
“Jesús y su Reino” es una opción inclaudicable “en tiempos de contradicciones y minoridad” y “nos compromete a caminar en coherencia y autenticidad; a vivir en la verdad que libera; a pronunciar palabras que estimulen, animen, creen comunión y sostengan la esperanza”.
Vencer la desesperanza
La CLAR llama a orar por los países donde “sabemos que sus democracias son frágiles y estamos en medio de múltiples polarizaciones”, no obstante, confían que “se van oteando en el horizonte signos de vida y esperanza”.
Por eso, “unidas a otras mujeres y hombres, nosotras/os, desde nuestras plataformas misioneras y apostólicas, sigamos empeñadas/os en la vida y renovemos nuestro compromiso en clave mística, misionera y profética”.
Un sí propicio para escuchar “el silencio, la voz del tiempo que pasa y experimentemos que Dios nos da la gracia de crecer en osadía para lanzarnos al futuro y encender el alba, decididas/os a creer contra toda evidencia, valientes para espantar el pesimismo y la desesperanza”.