Con el cierre de la 48ª Junta directiva de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos, llega la la revista CLAR que en este segundo número de 2023, correspondiente al periodo abril – junio, aborda el tema de la sinodalidad.
Con el título “El proceso sinodal en América Latina y el Caribe” han profundizado desde distintas ópticas: teológico, pastoral, vocacional, comunicacional, vida consagrada, territorialidades, todo el Sínodo de la sinodalidad 2021-2024 en el continente, que comenzó con la fase diocesana, pasando por la fase continental con cuatro asambleas regionales y en camino de la fase global en su primera parte, prevista para octubre de 2023.
La hermana Gloria Liliana Franco, presidenta de la CLAR, ha explicado que “en cada una de las páginas de esta revista, se nos invita a ir al fondo de este proceso sinodal, al que estamos invitados. Gracias a todas/os los que han hecho posible este proceso de construcción colectiva, que su reflexión y la profundidad de sus aportes nos permita seguir tejiendo vínculos fraternos y sororales de comunión y corresponsabilidad”.
Única vocación eclesial
La hermana Liliana aseguró que “todos los creyentes estamos convocados a vivir la plenitud de la vocación que cada uno ha recibido en la Iglesia. Cada persona, desde la plenitud de su identidad, es invitada a dar al mundo y a la Iglesia, algo inédito, pues las diversas vocaciones son únicas y complementarias”.
Por tanto, dice la religiosa colombiana, “todos desde la verdad de la propia vocación, estamos convocados a la única vocación eclesial que emana del Evangelio: sígueme. Se trata de un imperativo que desinstala, que pone en camino y abre horizontes insospechados. Es el descampado del Reino, que exige libertad y asumir la existencia desprovistos de seguridades y comodidades”.
Juntos reconocemos que el Espíritu va conduciendo a la Iglesia por caminos insospechados. El Magisterio del papa Francisco ha llegado como una bocanada de aire fresco, un dinamismo movilizador de las opciones que, a la luz de los criterios del Evangelio, hizo el Concilio Vaticano II. Se intuye el accionar del Espíritu en una Iglesia que, en medio de la crisis, despierta de un letargo de décadas”, añadió.
Vertebrados en la escucha
Admite que este proceso sinodal al que “se nos ha convocado, nos encontramos con resistencias; incluso en muchas de nuestras diócesis no resuenan los ecos sinodales, que constatamos instaladas en algunas estructuras eclesiales, formas clericales, verticales, desprovistas de misericordia y blindadas a la inclusión”.
Sin embargo, esa constatación no puede menguar “nuestro empeño por el ‘nosotros eclesial’, nos corresponde con la insistencia de los pobres de Yahvé y revestidos de esperanza, seguir empeñados en la comunión. Que la escucha vertebra nuestro modo de situarnos, la conversación espiritual nos ayude a reconocer el querer de Dios y el discernimiento nos sitúe con los pies anclados en la realidad y en atención al Espíritu”.
La religiosa colombiana destaca un matiz de la vida consagrada: “La vivencia comunitaria, porque en el carisma, que a cada uno se nos ha concedido, hay una tendencia a lo que se construye con otros, en complementariedad y corresponsabilidad y eso exige apertura a la diversidad, capacidad de aunar ritmos, de combinar lenguas, culturas, sensibilidades y visiones”.
Agrega: “Supone una nueva mirada contemplativa que posibilite descubrir el bien, la verdad y la belleza que habitan en cada ser humano. Se trata de un itinerario que requiere salir de nosotros mismos y aventurarnos por el territorio sagrado de la otredad. Estas convicciones nos han permitido situarnos constructivamente en este proceso sinodal al que nos ha convocado el papa Francisco y que hemos asumido con la consciencia de que en él late una posibilidad germinal de reforma, de vida nueva”.