COCCOPALMERIO: LOS LAICOS SON FIGURAS CENTRALES, NO CONSEJEROS DE LOS PÁRROCOS.

En un mundo masificado y polarizado, ser capaces de construir una sociedad en la que tengan cabida todas las voces y al mismo tiempo se valore la aportación de cada uno es también un gran signo de democracia, el sueño de la democracia. Lo ha reafirmado el jesuita Giacomo Costa, uno de los dos secretarios especiales del ya próspero Sínodo sobre la Sinodalidad y uno de los ponentes de la jornada de estudio celebrada hoy, 19 de septiembre, en la Universidad Lumsa de Roma sobre el tema “El Sínodo interroga a la comunicación. La comunicación interroga al Sínodo”.

Una jornada en la que se ha ilustrado el significado de esta asamblea, su metodología, el aspecto ecuménico que la caracteriza, las herramientas y procesos que han marcado el camino hasta ahora, el apoyo a los periodistas y el valor vinculado a la ecología integral. La jornada puso de relieve la paradoja de comunicar el Sínodo sin ser autorreferencial. “A menudo nuestra comunicación es de acontecimientos”, subrayó Andrea Monda, director de L’Osservatore Romano, “pero necesitamos una comunicación de procesos: diaria, semanal, discreta, paciente, atenta a los detalles, a las personas y a sus historias”.

El Sínodo no consiste en dejar que gane una corriente o un grupo

Presentados por el Prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, los dos secretarios especiales junto con el P. Dario Vitali, coordinador de los expertos teólogos para el Sínodo, reiteraron algunos conceptos clave. El P. Ricardo Battocchio, en particular, ilustró cómo se había diseñado cada ficha de trabajo y subrayó el valor del Instrumentum laboris para vincular la dimensión de la comunión con la de la misión.

El padre Costa señaló que la Asamblea General no producirá un texto definitivo que haya que enmendar: “Sería un poco triste que todo se resumiera allí. No debemos ver el Sínodo como un momento para encerrarnos en la pretensión de respuestas de ‘sí’ o ‘no’. No se trata de hacer que destaquen voces individuales”, señaló el jesuita, “pero será interesante ver cómo se componen esas voces”. Como había afirmado también en las fases continentales, repitió que “no será un debate entre corrientes para que una gane a la otra.

El Sínodo trata de practicar una sana descentralización

Habrá unas 35 mesas en torno a las cuales unas 11 personas trabajarán en grupos durante todo un día. Tras la asamblea plenaria, volverán al grupo para trabajar a la luz de lo que haya surgido colegiadamente y concluir así el informe que se entregará a la Secretaría, a la que se encargará la tarea de llegar a unas conclusiones. No se tratará, sin embargo, de un documento final, sino de una especie de nueva herramienta de trabajo para las Iglesias, con las cuestiones reformuladas por la asamblea y los puntos útiles que se someterán a los canonistas.

Un texto, en definitiva, que abrirá un año de trabajo y que constará de un marco general de “visión” y de una parte relativa a las cuestiones más concretas y específicas tal y como habrán surgido. Lo importante será tener en cuenta, señala Costa, un elemento que ha vuelto a ser constante en varios sínodos anteriores: los sujetos (familias, jóvenes, pueblos originarios, laicos, mujeres…) no quieren ser considerados objetos en la Iglesia. Esta ocasión, por lo tanto, volverá a presentar el mismo desafío; la forma de superarlo es centrarse en la esencia misma del Sínodo: poner en práctica “una sana descentralización”.

En el Sínodo el depósito de la eclesiología del Vaticano II

“Ningún Papa como Francisco ha retomado tanto el tema del sensus fidei”, afirmó el padre Dario Vitali, que valoró el Sínodo como un punto de convergencia del depósito de la eclesiología del Vaticano II y lo que estamos viviendo actualmente como Iglesias. Recordó que hay unos setenta participantes que no están investidos de munus episcopal y que, sin embargo, son “los testigos de un proceso sinodal que comenzó hace dos años con la implicación de todo el pueblo de Dios”. Además, el hecho de que el Sínodo esté marcado por una profunda connotación ecuménica es ya bien conocido; lo que el Papa espera, recordó el padre Hyacinte Destivelle, responsable del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, es una dinámica de reciprocidad: que el movimiento ecuménico refuerce su naturaleza de laboratorio de la sinodalidad y que la sinodalidad sea una forma de ofrecer credibilidad al compromiso ecuménico.

Convertirse en hombres y mujeres radicales, creíbles y dignos de confianza

La hermana Nadia Coppa, ex presidenta de la UISG (Unión Internacional de Superioras Generales) también habló de credibilidad: espera utilizar el Sínodo para “ser hombres y mujeres radicales, creíbles y fiables”. De la experiencia de diálogo de la asamblea debemos aprender a ser “sal de sabiduría y luz de belleza”, a mezclarnos con lo que tocamos, a sazonar y conservar el espíritu del Evangelio. Porque “la vida es bella si tiene sabor, gusto, si exalta las diferencias”. A la luz de su día a día, la religiosa también mencionó algunas críticas actuales: “no siempre, por ejemplo, en las congregaciones hay respeto por la interculturalidad, hay una forma de vivir el servicio en la perspectiva del ‘poliedro’, como diría Francisco. E incluso el diálogo con los obispos -añadió- no es tan sencillo, por desgracia”. Las expectativas del camino sinodal son, por tanto, altas. Y de lo difícil que es comunicar este acontecimiento nos dimos cuenta gracias a un pequeño ejercicio que nos invitó a hacer la hermana Natalie Becquart, subsecretaria del Sínodo: un minuto de silencio para poner título a los contenidos compartidos hasta ese momento.

Coccopalmerio: que el Sínodo mejore las estructuras existentes

El cardenal Francesco Coccopalmerio, presidente emérito del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, fue el encargado de señalar cuáles podrían ser, en su opinión, los frutos del Sínodo desde el punto de vista de la modificación del Código de Derecho Canónico. Retomando las consideraciones ya contenidas en el libro “¿Sinodalidad eclesial con responsabilidad limitada o de consultiva a deliberativa?”, subrayó lo débiles que son a estas alturas las estructuras sinodales existentes, aunque sean muy importantes. Del mismo modo, dijo en respuesta a una petición del público, las propias conferencias episcopales son un ejemplo de mala sinodalidad porque no permiten la copresencia de no obispos. Espera que el Sínodo mejore estas estructuras. Se refiere, por ejemplo, a la periodicidad decenal con la que se celebrará el sínodo diocesano, a la posibilidad de que se haga obligatorio para todos.

El compromiso para salvaguardar la Creación de la Asamblea Ordinaria del Sínodo

“Sería un fruto importante hacer deliberativo el voto de los concejales en una junta parroquial, ahora es sólo consultivo”, señala. Y también se detiene en el “voto concordante del párroco, que -explica- debe construirse a través del discernimiento común dentro de los trabajos del consejo, no por separado”. Para el cardenal, puede que aún no haya llegado el momento, sin embargo “el sínodo podría al menos plantear la cuestión”, concluye, “dando lugar a una nueva mentalidad. Hasta ahora nos hemos quedado en la consideración de la actividad de los laicos como meros asesores, dejando la decisión final a los párrocos. En mi opinión, esto ya no es aceptable hoy en día”.

Tomado de VATICAN NEWS

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