“Cada hombre, cada mujer, cada niño se presenta a mis ojos como miembro de ese Cuerpo místico cuya cabeza es Cristo. Actuar ‘in persona Christi’ es ser verdadero icono de Jesús, es hacerme ‘Verónica’ de cada rostro, de cada lágrima. ¿Cómo? Enjugándolos con mis vestiduras sacerdotales”. Así lo ha dicho el papa Francisco esta mañana, en el Palacio Apostólico Vaticano, durante su audiencia a las comunidades de los Colegios Pío Latinoamericano, Pío Brasileño y Mexicano.
Como cada año, se ha encontrado con los curas estudiantes en Roma, a los que les ha entregado una reflexión sobre el Amor. El Pontífice ha preferido dársela en mano y no leerla para poder mantener un diálogo abierto con los jóvenes sacerdotes.
En el texto compartido, Jorge Mario Bergoglio les recuerda que “el Amor, el primer amor, es el que nos ha convocado a todos aquí, y mantenerlo vivo es nuestra principal obligación. Cualquier vocación nace de un amor de predilección. Como a cada hombre, Dios nos ha llamado a ser sus hijos y, de entre ellos, nos encargó una tarea peculiar, que nos acerca más a Él: entregarnos por los demás. Ellos son nuestra razón de ser, el objeto de nuestro amor, pues en ellos realizamos este servicio que el Señor nos pide”.
Tres claves del buen pastor
Tras estas palabras, el Papa les señala tres básicos para ser un buen pastor. En primer lugar, cultivar la oración, “presentando cada situación concreta a la presencia de Dios”.
En segundo lugar, con la ofrenda oblativa, eucarística. “Cuando Jesús nos dice: ‘¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?’ (Mt 20,22), no busca una mera disponibilidad teórica al martirio, sino una radical aceptación de que estamos aquí para hacer su voluntad y renunciar a la nuestra. Nuestros estudios, nuestro trabajo y nuestro descanso; cada decisión, sea vital o cotidiana, todo está en función de este servicio”, ha recordado.
En tercer lugar, con la humildad, “sabiéndome en camino, necesitado de esa oración, más incluso que los que he sido llamado a servir. No desestimen el poder de la intercesión de aquellos que Dios ha puesto en su camino: de sus formadores, de sus compañeros sacerdotes, de su entorno más cercano. En una palabra, confíen en la oración de todos los miembros del Pueblo fiel de Dios”.
Tomado de VIDA NUEVA DIGITAL