El papa Francisco ha recibido hoy en audiencia a los participantes en el Encuentro Nacional de representantes diocesanos del Camino Sinodal Italiano. Una ocasión que el Pontífice ha aprovechado para reflexionar sobre las dimensiones de la sinodalidad y, sobre todo, para animar a los presentes a “continuar caminando”, ya que “la vida cristiana es un viaje en el que hay que dejarse guiar por el Espíritu”.
“Una Iglesia sinodal lo es porque tiene una conciencia viva de caminar en la historia en compañía del Resucitado, preocupada no de salvaguardarse a sí misma y a sus propios intereses, sino de servir al Evangelio en un estilo de gratuidad y cuidado, cultivando la libertad y la la creatividad propia de quien da testimonio de la buena noticia del amor de Dios arraigándose en lo esencial”, ha continuado el Papa. Por ello, “una Iglesia agobiada por las estructuras, por la burocracia, por el formalismo, difícilmente podrá caminar en la historia, al paso del Espíritu, permanecerá allí y no podrá caminar hacia los hombres y mujeres de nuestro tiempo”.
Además, ha animado a los obispos italianos a “hacer Iglesia juntos”, porque “todo bautizado está llamado a participar activamente en la vida y misión de la Iglesia, a partir de las especificidades de su propia vocación, en relación con los demás y con los demás carismas, dados por el Espíritu Por el bien de todos”. “Necesitamos comunidades cristianas en las que se amplíe el espacio, donde todos puedan sentirse en casa, donde las estructuras y los medios pastorales favorezcan no la creación de pequeños grupos, sino la alegría de sentirse corresponsables”, ha insistido.
El peligroso neoclericalismo
Por otro lado, ha recordado la necesidad de “ser una Iglesia abierta”. “Redescubrirse como corresponsable en la Iglesia no es lo mismo que poner en práctica lógicas mundanas de distribución de poderes, sino cultivar el deseo de reconocer al otro en la riqueza de sus carismas y en su singularidad”, ha afirmado. “Así, aquellos que todavía luchan por ver reconocida su presencia en la Iglesia, aquellos que no tienen voz, aquellos cuyas voces son tapadas si no silenciadas o ignoradas, aquellos que se sienten inadecuados, quizás porque tienen caminos de vida difíciles o complejos, pueden encontrar una lugar”, ha aseverado.
“Deberíamos preguntarnos cuánto espacio hacemos y cuánto escuchamos realmente las voces de los jóvenes, las mujeres, los pobres, los que están decepcionados, los que han sido heridos en la vida y están enojados con la Iglesia”, ha apuntado Francisco, porque “mientras su presencia sea una nota esporádica en el conjunto de la vida eclesial, la Iglesia no será sinodal, será una Iglesia de unos pocos”.
Finalmente, el Papa ha reconocido que “a veces uno tiene la impresión de que las comunidades religiosas, las curias, las parroquias son todavía demasiado autorreferenciales”, que llevan a un “neoclericalismo defensivo generado por una actitud temerosa, por las denuncias de un mundo que ‘ya no nos entiende’, donde ‘los jóvenes están perdidos’, por la necesidad de reiterar y hacer sentir la influencia”. El Sínodo, sin embargo, “nos llama a ser una Iglesia que camina con alegría, humildad y creatividad en nuestro tiempo, sabiendo que todos somos vulnerables y nos necesitamos unos a otros, y me gustaría que un proceso sinodal se tomara en serio esta palabra ‘vulnerabilidad’ y hablara, con sentido comunitario, de la vulnerabilidad de la Iglesia”.
Tomado de Vida Nueva digital