Comenzó el 4 de octubre por fin en las estancias vaticanas la Fase universal del tan preparado Sínodo de la Sinodalidad, ¿qué cabe esperar de él?
Resultan muy clarificadoras las palabras con las que Víctor Manuel Fernández, Tucho, nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, responde a una pregunta que le hace la periodista Elisabetta Piqué
Reconoce el prefecto que en el Sínodo no va a haber tiempo para “estudiar a fondo” ninguna de “las cuestiones conflictivas”, y que Francisco, por ello, “no cree que de dicho encuentro se deban esperar cambios importantes”
Entonces, ¿cuándo y dónde se van a estudiar? ¿Cuándo y dónde se va a debatir y decidir qué cambios introducir en ellas? Y, más importante aún: ¿Para qué se quiere entonces que sirva este sínodo de ahora?
Comenzó el 4 de octubre por fin en las estancias vaticanas la Fase universal del tan preparado Sínodo de la Sinodalidad. Mucho es lo que se ha escrito sobre él desde que echó a andar en 2021. Mucho es lo que le han ponderado muchos. Y, también, mucho es lo que le han denostado algunos. Ahora que acaba de echar a andar la fase universal del mismo surge la pregunta ¿qué cabe esperar de él?
Son distintas las esperanzas que ha generado. Por ello resultan muy clarificadoras las palabras con las que Víctor Manuel Fernández, Tucho, amigo del papa y nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, responde a una pregunta que le hace la periodista Elisabetta Piqué. Forma parte de una entrevista que se publicó el pasado día 26 septiembre en el diario La Nación de Buenos Aires. Diferentes medios de comunicación se han hecho eco de ellas, pues su interesante contenido da motivos para ello.
La periodista pregunta a Víctor Manuel Fernández:
“¿Cómo ve al Papa en vísperas del sínodo sobre sinodalidad en el que se pondrá sobre el tapete la identidad de la Iglesia, su gran apuesta para esta etapa de pontificado?”
Y “Tucho”, que conoce bien al papa y lo que piensa y siente, responde
“Lo veo abierto a las sorpresas de Dios, a los impulsos del Espíritu Santo. Al mismo tiempo lo veo distendido, porque no cree que de este sínodo se deban esperar cambios importantes en cuestiones conflictivas, ya que el tiempo disponible no alcanzaría para estudiar a fondo ninguna de ellas. Se trata más bien de un momento de reflexión donde la Iglesia vuelve a preguntarse quién es, para qué está, qué espera Dios de ella en este momento histórico.”
Reconoce el prefecto del Dicasterio para la doctrina del a fe que en el Sínodo no va a haber tiempo para “estudiar a fondo” ninguna de “las cuestiones conflictivas”, y que Francisco, por ello, “no cree que de dicho encuentro se deban esperar cambios importantes” en torno a ellas. Lo cual explica que al papa Víctor Manuel Fernández lo vea “distendido”.
Pero si no se van “estudiar a fondo” esas cuestiones, que muchos millones de católicos en sus respuestas a los cuestionarios preparatorios han pedido que se estudien y que en torno a ellas se produzcan “cambios importantes” ¿cuándo y dónde se van a estudiar? ¿Cuándo y dónde se va a debatir y decidir qué cambios introducir en ellas? Y, más importante aún: ¿Para qué se quiere entonces que sirva este sínodo de ahora?
Sobre la primera cuestión “Tucho” en la entrevista no dice nada. Sobre la segunda hemos visto que afirma: “Se trata más bien de un momento de reflexión donde la Iglesia vuelve a preguntarse quién es, para qué está, qué espera Dios de ella en este momento histórico.” No es poca cosa.
Se trataría, por tanto, de un sínodo meramente meditativo, para aclarar cuestiones teóricas sobre qué es la Iglesia en general. Y en concreto, aunque Víctor Manuel no lo menciona, se trataría de un sínodo para aclarar principalmente que es “la sinodalidad”, un rasgo que, según el papa, ha de estar presente en todo el ser y actuar de los católicos
Pero, si esto es así, el Sínodo que acaba de iniciar su fase universal no marcará por sí sólo en el curso del largo devenir histórico de la Iglesia un “nuevo comienzo”, expresión muy querida por el nuevo Arzobispo de Madrid. Marcará únicamente el comienzo de un nuevo comienzo.
Establecido con detalle qué es eso de “la sinodalidad”, quedaría por dar los pasos canónicos necesarios que la articulen y pongan en funcionamiento de modo real, ya que hoy en día no está articulada y la manera de funcionar la Iglesia no es de ese tipo. Pero, más aún, dado ese paso, aún quedaría por dar otro, que, de producirse, sería el que trajera más y más verdadera novedad. Quedaría llevar a cabo de forma sinodal el estudio a fondo de esas cuestiones conflictivas que gran parte del pueblo católico lleva años pidiendo que se estudien y enfoquen de un modo distinto al actual. Quedaría llevar a cabo ese estudio a fondo que no va a tener lugar en el Sínodo y del podrían salir los cambios importantes que ahora no van a salir.
Si ninguno de estos dos pasos posteriores se da, el Sínodo de la Sinodalidad, cuya fase universal acaba de comenzar, corre el riesgo de convertirse en una nueva fuente de desencanto y de alejamiento de la Iglesia.
“Deeds not words” dice el antiguo y conocido lema feminista. “Hechos no palabras” eso es lo que también necesita nuestra Iglesia católica si queremos que en ella se produzca un nuevo comienzo, que ayude a que sea verdad lo que, según refiere Víctor Manuel Fernández en otra de sus respuestas a la periodista, desea el papa, que “la enseñanza de Jesús, que tiene 2000 años, pueda volverse fecunda también hoy e iluminar las situaciones actuales”.