“Los obispos y pastores están obligados a escuchar”: las cinco claves del documento final del Sínodo, según James Martin, sj.

Sinodalidad, participación, escucha, órganos de decisión y temas “controvertidos”, ejes del texto aprobado por la Asamblea, según el jesuita

Martin subraya temas como los de “la ordenación de hombres casados al sacerdocio, la ordenación de mujeres al diaconado y las cuestiones de L.G.B.T.Q.” que, en su mayor parte, se han dejado en manos de los diez grupos de estudio, que continuarán trabajando y presentarán sus conclusiones en junio de 2025

¿Qué pasará? “El documento final seguramente encantará a algunos, decepcionará a otros y quizá incluso enfurezca a algunas personas. Pero no es más que el primer paso de un proceso para nuestra Iglesia, mientras caminamos con Cristo resucitado «juntos en el camino», que es, por supuesto, el antiguo significado de sínodo”, finaliza James Martin.

“Los obispos y pastores están obligados a escuchar”. El jesuita norteamericano James Martin ha escrito en America un análisis del trabajo realizado durante la Asamblea Sinodal y, en especial, del documento final, asumido por el Papa Francisco, que no elaborará una exhortación posterior. En su escrito, Martin ofrece cinco claves de discernimiento del texto, y el planteamiento de futuro sobre la base del mismo.

En primer lugar, Martin destaca cómo “la sinodalidad es una ‘dimensión constitutiva’ de la Iglesia”, que coloca el sueño sinodal junto a conceptos como “magisterio o tradición” como “un elemento esencial de la Iglesia”. “Ya no es una curiosidad, sino (…) es esencial para que la Iglesia se entienda a sí misma”.

En segundo lugar, la constatación de que “la toma de decisiones debe ser participativa”. “Sería imposible leer este documento y no entender que todas las personas deben tener voz tanto en el proceso de toma de decisiones como en la toma de decisiones, sin dejar de reconocer el papel de la jerarquía”, sostiene Martin, quien insiste en el mandato de que “el Pueblo de Dios tenga «más voz en la elección de los obispos»” o el compromiso decidido por “la transparencia, la rendición de cuentas y la evaluación en todos los niveles de la Iglesia”.

En cuanto a la obligación de los pastores a escuchar al pueblo, el documento final es explícito a la hora de recordar a los obispos que “no pueden actuar como si (la autoridad) no hubiera tenido lugar”. Tanto en el punto 91, como en el 92, el texto sostiene que “el ejercicio de la autoridad… no carece de límites; no puede ignorar una orientación que surja a través de un adecuado discernimiento dentro de un proceso consultivo, especialmente si éste es realizado por órganos participativos”. Algo que se traduce en la posibilidad de institutir “un ministerio de escucha y acompañamiento”. 

El cuarto punto, referente a que “los consejos pastorales, los sínodos diocesanos y otras asambleas participativas deben ser obligatorios” supone, en opinión de James Martin, un esfuerzo por “encontrar la mejor manera de garantizar que los fieles puedan ser escuchados y puedan participar en la vida de la Iglesia, que se centra, en la mayor parte del mundo, y para la mayoría de la gente, en la vida parroquial”, logrando que los diversos órganos consultivos, ya previstos por el Derecho Canónico, “se hagan obligatorios, como se pidió en todas las etapas del proceso sinodal, y que puedan desempeñar plenamente su papel, y no sólo de manera puramente formal…”.

Finalmente, y sobre “algunos temas ‘controvertidos'” que “no ocupan el centro de la escena, pero se incluyen”, Martin subraya temas como los de “la ordenación de hombres casados al sacerdocio, la ordenación de mujeres al diaconado y las cuestiones de L.G.B.T.Q.” que, en su mayor parte, se han dejado en manos de los diez grupos de estudio, que continuarán trabajando y presentarán sus conclusiones en junio de 2025.

“Esto tenía sentido -reflexiona el jesuita-: la perspectiva de que 350 delegados llegaran a una conclusión sobre algunos de estos complicados temas en pocas semanas era insostenible”. En este punto, Martin destaca el trabajo del grupo 5 sobre el papel de la mujer en la Iglesia, y el conflicto con la no presencia del prefecto de Doctrina de la Fe en el encuentro, y la posterior reunión celebrada este jueves. “No hay ninguna razón ni impedimento que deba impedir a las mujeres desempeñar funciones de liderazgo en la Iglesia: lo que viene del Espíritu Santo no se puede detener”, se lee en el punto más polémico de los aprobados, el 60, que también apunta a que “la cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal sigue abierta. Este discernimiento debe continuar”.

¿Es suficiente? lo que parece claro es que temas como el de la mujer fueron centrales en las discusiones. En cuanto a la cuestión LGTBQ, Martin recalca que “hubo una apertura considerablemente mayor al tema, y facilidad de discusión”. “Creo que la actitud ha cambiado notablemente entre la mayoría de los delegados, y para mejor“, apunta el jesuita, aunque en el documento final no se mencionan estas siglas. “Aun así, es toda una hazaña que 350 delegados de todo el mundo se pusieran de acuerdo en este tipo de lenguaje. (La inclusión del término «identidad» fue una agradable sorpresa para mí.)”.

¿Qué pasará? “El documento final seguramente encantará a algunos, decepcionará a otros y quizá incluso enfurezca a algunas personas. Pero no es más que el primer paso de un proceso para nuestra Iglesia, mientras caminamos con Cristo resucitado «juntos en el camino», que es, por supuesto, el antiguo significado de sínodo”, finaliza James Martin.

Tomado de RELIGIÓN DIGITAL

 

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