“La primera cosa importante es el comprender que lo digital no es un instrumento, sino es una cultura”
“No es una misión para quedarse ahí, sino que es una misión para ir donde está la gente, para un primer anuncio, para después llevarlos a una plena presencia”
“Si nosotros hablamos y nadie nos entiende, para qué predicamos. La llamada a nuestra puerta que hace la misión digital es a poner atención como cambiando el lenguaje también se puede llegar de nuevo a la gente, se puede llegar a gente que antes no escuchaba”
Un lugar que hay que misionar, así ve el secretario del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, Mons. Lucio Ruiz, el ambiente digital. Algo que ha impulsado con el Sínodo digital, despertando interés en todos los lugares del mundo y en todos los niveles de Iglesia, generando “la esperanza de que se pueda abrir un capítulo nuevo a lo que significa y significó siempre la misión en la Iglesia”.
Por eso insiste en que “la primera cosa importante es el comprender que lo digital no es un instrumento, sino es una cultura”, ir dando pasos que incorporen lo digital al gran flujo misionero de la Iglesia, en un ambiente, las redes, en que la gente busca respuestas, sentido, que la Iglesia está llamada a ofrecer. No se puede olvidar que el 30 por ciento de los participantes del Sínodo digital eran no creyentes o alejados, y que con él ha habido nuevos bautizados y gente que ha vuelto a la Iglesia.
Conocer la cultura digital es uno de los desafíos que presenta el Instrumentum laboris para la Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad. ¿Existe entre la jerarquía ese deseo de conocer la cultura digital? ¿Cómo puede ayudar a incrementar ese interés el grupo de estudio sobre Misión en el entorno digital del que usted forma parte?
El interés por la cultura digital y las posibilidades que presenta a la evangelización, a la misión, especialmente para los más alejados, para los que buscan, para los que sufren, para los que tienen preguntas. Toda la gente que me encontrado en este tiempo de Sínodo digital, ese interés está, es fuerte y quedo manifestado en el capítulo 17 del Informe de Síntesis de la Primera Sesión de la Asamblea Sinodal, porque es la primera vez que en un documento de la Iglesia aparece la idea de misión en los ambientes digitales.
Nunca se había hablado de misión en el ambiente digital, tomándolo como un lugar donde hay que ir a misionar. Y por eso el Sínodo ha abierto una puerta en la Iglesia que estamos verificando que en todos los lados del mundo aparece este interés, obispos, conferencias episcopales, diócesis, están llamando, queriendo conocer los misioneros digitales, y esto nos da la esperanza de que se pueda abrir un capítulo nuevo a lo que significa y significó siempre la misión en la Iglesia.
El trabajo del grupo 3, que es el grupo que ha creado el Papa con el Dicasterio para la Comunicación, el Dicasterio para la Educación, el Dicasterio para la Cultura y el mismo Sínodo, es la manifestación de lo que la misma quiere hacer, porque el Sínodo, con el capítulo 17, dice que se haga. El grupo 3, lo que tiene que responder es el cómo hacerlo, y por eso las preguntas que se ponen ahí están orientadas a pensar, reflexionar, preguntarle a la Iglesia cómo hacer la misión digital.
El Informe de Síntesis de la Primera Sesión de la Asamblea Sinodal define la cultura digital como una dimensión crucial del testimonio de la Iglesia. ¿Qué pasos deberían ser dados para concretar eso?
La primera cosa importante es el comprender que lo digital no es un instrumento, sino es una cultura. No son dispositivos que tenemos que aprender a manejar mejor, que nos permiten hacer una producción de videos, de post o de cosas que nos sirven para la pastoral, sino que es un ambiente a habitar, y por eso es una misión que tenemos que realizar. Cuando comenzamos a pensar en esta realidad como un lugar, ahí nos damos cuenta del valor del testimonio. Misionar, estar presente y testimoniar lo que es la vida del cristiano en ese lugar.
Si en cambio mantenemos el pensamiento de un instrumento, solamente nos vamos a referir a especialistas, a cursos para manejarlo mejor, y a utilizarlo para ciertas cosas. Si en cambio hacemos este paso de instrumento a cultura, nos vamos a dar cuenta que ahí tenemos una expresión para vivir nuestra fe, para testimoniarla y para llevarla a los demás.
Cada vez está más extendido ese concepto de misioneros digitales. ¿En el campo de la misión, como pueden contribuir para comunicar el Evangelio? ¿Se puede decir que ya existen frutos concretos de esa misión digital?
Que el Sínodo llame a toda la actividad que se realiza en las redes, en los espacios digitales, que lo llame misión y misioneros, quiere decir que los está incorporando al gran flujo misionero de la Iglesia. No es algo que se puede o se tiene que hacer, sino que la misión es la vida de la Iglesia. Y eso puede colaborar muchísimo en la misión, incluso ad gentes, porque siendo la cultura digital que permea todos los ambientes de nuestra cultura, permite con inteligencia, con creatividad, con audacia, y con el lenguaje propio, usando los tiempos propios, usando la narrativa propia, llegar a personas que de otra manera no se llegaría de ninguna manera.
Cuando uno ve que la gente navega las redes en busca de respuestas, en busca de algún sentido, el poder estar presente, dando respuestas, ofreciendo la posibilidad de una escucha, presentando un mensaje esperanzador en un mundo que busca un sentido para la vida, eso es un fruto concreto de lo que puede ser la misión digital. Y es lo que hemos vivido en este tiempo, en este proyecto de “La Iglesia te escucha”, que hace dos años y medio que se lleva adelante, hemos visto exactamente eso.
Cuando hicimos la experiencia del Sínodo digital, el 30 por ciento de las 150 mil personas que participaron en la primera fase, que sólo fueron dos meses de trabajo, eran no creyentes, o gente alejada, enojada con la Iglesia. Y quisieron participar, porque se sintieron, después de tantos años de sentirse rechazados, se sintieron escuchados. Y hemos visto en las respuestas, cómo han querido seguir, han querido profundizar. Incluso hubo gente que sintiéndose tocada por esta cercanía de la Iglesia a través de las redes, han pedido el bautismo. Hubo bautismos a partir del Sínodo digital, gente que ha vuelto a la Iglesia, gente que ha conocido la fe.
Entonces es una posibilidad. Hay que decir claramente que no es una misión para quedarse ahí, sino que es una misión para ir donde está la gente, para un primer anuncio, para después llevarlos a una plena presencia, a una plena presencia con Jesús, para que lo conozcan, para que lo sigan, para que lo vivan, y una plena presencia también con la comunidad, porque todos necesitamos poder reunirnos, poder vernos, poder abrazarnos, poder sentir el calor. Es una misión, pero no para quedarse, es una misión para estar presente, para llevar a todos a una plena presencia.
Usted habla sobre el lenguaje, que es fundamento de la comunicación y también de la evangelización. Muchas veces se quiere evangelizar, pero no se entiende lo que se dice. En ese campo de la misión digital, ¿cuáles son los pasos que la Iglesia, especialmente la jerarquía, debe dar para encontrar un lenguaje que sea entendido, sobre todo por aquellos que más habitan el mundo digital, que son los jóvenes?
Me gusta siempre poner el ejemplo del relato de Pentecostés, que dice que cuando llega el Espíritu Santo suceden dos cosas. Una, que se abre el Cenáculo, y los discípulos salen a predicar, y el otro elemento importante, que no siempre le damos la atención necesaria, es que la gente los escuchaba y entendía en su propia lengua. La presencia del Espíritu Santo hace que se predique, pero también que se entienda, y esto es algo que nos tiene que llevar a pensar mucho como Iglesia hoy.
Nosotros predicamos, ¿pero nos entiende la gente? La cuestión del lenguaje es fundamental, una Iglesia sinodal que se pone a la escucha, tiene que abrir los ojos al lenguaje de la gente, a la narrativa, a los ejemplos, a los tiempos. Una pastoral digital no mira solamente a qué cosas tenemos que poner en las redes, sino que tiene que enseñarnos una nueva manera de hacer la homilía, una nueva manera de dar la catequesis a nuestros niños, una manera nueva de la misma pastoral en la vida concreta, para hablarle con un lenguaje que la gente nos pueda comprender, en tiempos que la gente nos pueda atender.
Si nosotros hablamos y nadie nos entiende, para qué predicamos. La llamada a nuestra puerta que hace la misión digital es a poner atención como cambiando el lenguaje también se puede llegar de nuevo a la gente, se puede llegar a gente que antes no escuchaba, y puedas hacer que la gente continue a seguir. Y esto lo hemos visto mucho en la pandemia, como la gente aprendió a buscar las predicaciones que llegan al corazón, que llegan a la inteligencia, que tienen un sentido. Eso nos tiene que llamar un poco a reflexionar sobre nuestra predicación, sobre nuestro lenguaje, sobre la manera de comunicar la fe a nuestra gente.
Y de cara al futuro, ¿cuáles son las perspectivas, las posibilidades que abre para la Iglesia esta misión digital?
El desafío importante es la unión de todo este movimiento más carismático, que son los influencers, los misioneros digitales, unirlos con la vida institucional de la Iglesia, hacer un puente entre el misionero digital y los obispos, de manera que, manteniendo el flujo y la vitalidad carismática, también entre en una vida institucional que pueda ayudar a organizar la vida de la Iglesia en la era digital. Nunca puede dar fruto una realidad en paralelo, institución y carisma.
Institución y carisma siempre tienen que caminar juntos, el desafío está en buscar en qué manera, cuáles son los caminos para que esto pueda dar fruto. En este momento, además de la formación, la libertad para la responsabilidad, porque trabajar en la red también tiene sus peligros, sus riesgos, entonces hay que formar a cada persona en libertad para saber vivir en estos ambientes. El otro gran desafío es poder unir institución y carisma.
Tomado de RELIGIÓN DIGITAL