Cada día tenemos muchas actividades. Se acaba el día y quedan, todavía, algunas por realizar. De ellas, ¿a cuáles les das mayor importancia? ¿cuáles te sirven más para crecer como buen pastor?
La Iglesia, con base en la Palabra y en su experiencia de siglos, nos presenta los medios para la vida espiritual del presbítero, que convierten toda su vida y el ministerio en una vida de oración. Así, se comprende la siguiente recomendación del Directorio para el ministerio y vida de los presbíteros, 39:
“ Por lo tanto, es necesario que el sacerdote organice su vida de oración de modo que incluya: la celebración diaria de la eucaristía con una adecuada preparación y acción de gracias; la confesión frecuente y la dirección espiritual ya practicada en el Seminario; la celebración íntegra y fervorosa de la liturgia de las horas, obligación cotidiana; el examen de conciencia; la oración mental propiamente dicha; la lectio divina; Los ratos prolongados de silencio y de diálogo, sobre todo, en ejercicios y retiros espirituales periódicos; las preciosas expresiones de devoción mariana como el Rosario; el Via Crucis y otros ejercicios piadosos; la provechosa lectura hagiográfica.”
“Fortalecido por el especial vínculo con el Señor, el presbítero sabrá afrontar los momentos en que se podría sentir solo entre los hombres; además, renovará con vigor su trato con Jesús, que en la Eucaristía es su refugio y su mejor descanso… Así como Jesús, que, mientras estaba a solas, estaba continuamente con el Padre (cfr. lc 3,21; Mc l, 35), también el presbítero debe ser el hombre, que, en la soledad, encuentra la comunión con Dios.” (Directorio, 42).
De estos medios, ¿cuáles están en tu horario y en tu proyecto de vida sacerdotal? Aunque no todos esos medios tienen el mismo valor, el conjunto de ellos nos ayuda a mantenernos unidos al Buen Pastor (ver Directorio, 38) y a avivar en nosotros la caridad pastoral. De esa vida de oración depende nuestra vida y los frutos de nuestro ministerio. ¿Verdad? Fortalezcamos los que más nos sirven y recuperemos los que nos hacen falta.
Conversemos con otros sacerdotes sobre lo que nos sirve para tener una buena vida de oración.