En este día quiero elevar una oración de agradecimiento a Dios por haberme concedido la gracia de participar en el programa de Renovación Sacerdotal Emaús, una experiencia que ha marcado profundamente mi vida y mi ministerio.
A través de estas líneas, también deseo expresar mi más sincero agradecimiento a Monseñor Fidel León Cadavid Marín, por su apoyo y guía pastoral, que han sido fundamentales en la vivencia de este proceso como un verdadero regalo y bendición para mi vocación sacerdotal.
Este tiempo de retiro y renovación en el Instituto Pastoral del Clero ha sido enriquecedor, y deseo agradecer profundamente al equipo de formadores, docentes y el psicólogo, cuyos esfuerzos y dedicación han sido inspiradores y cruciales para nuestra formación.
Asimismo, extiendo mi gratitud a mis hermanos sacerdotes con quienes compartí este camino de Emaús, pues su fraternidad y compañía han sido un verdadero sostén en esta jornada espiritual.
No puedo dejar de mencionar a las hermanas y siervas de la iglesia, así como al personal de la Casa de Encuentros El Rodeo Santa Ana, quienes con su hospitalidad y servicio han creado un ambiente propicio para el encuentro con Dios y con uno mismo.
Este tiempo, ha sido un tiempo de renovación sacerdotal, de profundo descanso en Dios, un necesario oasis para recargar nuestras fuerzas espirituales y humanas. Durante este período de introspección y revisión interior, he tenido la oportunidad de reconocer ante Dios mis falencias humanas, así como el firme deseo de superar mis errores, confiando en la infinita misericordia divina. Este proceso ha sido significativo, pues me ha llevado a recordar la grandeza del sacerdocio y la vocación a la cual he sido llamado.
Hoy, con renovado ímpetu, quiero seguir adelante, dando lo mejor de mi vida, confiando siempre en el auxilio divino. Deseo animar a mis hermanos sacerdotes a no temer a esta experiencia de Emaús, que ofrece una auténtica renovación sacerdotal y un encuentro profundo con Dios. Es un bálsamo invaluable para nuestra vida sacerdotal y pastoral.
Finalmente, elevo una súplica al Señor y a la Virgen maría, pidiéndoles, me concedan la fuerza y la fidelidad necesaria para perseverar en mi vocación y en mi ministerio sacerdotal, siempre al servicio de su Iglesia y de su pueblo.
Fraternalmente en Cristo:
Padre Sergio