¿Te gusta el dinero? Sí, contestan algunos hermanos sacerdotes, porque lo necesitamos para sostenernos y para sostener la pastoral. A otros les gusta el dinero porque con él logran tener mayor seguridad y poder y con él pueden darse más placeres.
Cada uno sabe cómo están las cosas a su alrededor. En el mundo, muchos sacerdotes tienen apenas lo necesario para vivir. Algunos tienen demasiado. Otros no tienen ni lo más urgente para sus necesidades. Unos se entregan a vivir con pobreza y otros buscan su propio interés, aún comercializando con el ministerio sacerdotal.
¿Qué podríamos hacer para ayudar a liberar a estos hermanos que, en lo poco o en lo mucho, están apegados al dinero y a los bienes materiales; que viven atados a ellos, los idolatran; que tienen la adicción al dinero? Lo buscan por todos los caminos y lo utilizan solo para su provecho personal, como el asalariado (Cf. Jn 10, 12).
Seguramente, a ellos les servirá analizar su vida y reconocer que no pueden servir a Dios y al dinero (Cf. Mt 19, 23 – 24), les será decisivo encontrarse con el amor de Cristo pobre y reavivar sus motivaciones sacerdotales para vivir la pobreza, poniendo su corazón en el tesoro que es Dios (Cf. Lc 12, 33 – 34).
Les servirá dar pasos de conversión como Zaqueo (Lc 19, 1 – 10), quien recibió a Jesús, comenzó un discipulado en firme con Él, reparó lo que había quitado injustamente y repartió mucho de lo suyo a los pobres.
Les será muy útil reasumir la motivación de vivir y servir con pobreza, por amor a Dios, por servir con mayor libertad a los hermanos y por crecer personalmente en la configuración con Él.
En esta luz del Evangelio, ellos comprenderán lo que la Iglesia nos indica en la exhortación apostólica Pastores Dabo Vobis, 30, que presenta la pobreza como “sumisión de todos los bienes al Bien supremo de Dios y de su Reino». En realidad, sólo el que contempla y vive el misterio de Dios como único y sumo Bien, como verdadera y definitiva Riqueza, puede comprender y vivir la pobreza, que no es ciertamente desprecio y rechazo de los bienes materiales, sino el uso agradecido y cordial de estos bienes y, a la vez, la gozosa renuncia a ellos con gran libertad interior, esto es, hecha por Dios y obedeciendo sus designios.”
En la Diócesis habrá que dar pasos para la nivelación de los ingresos de todos los sacerdotes; será necesario asumir sistemas eficientes de seguridad social y de pensión; será conveniente promover acciones complementarias en el presbiterio para que se atiendan bien las necesidades de los sacerdotes. De esa forma, el sacerdote estará más libre para servir con gratuidad, sin tener que estar acumulando bienes para su vejez. Será importante promover canales de comunicación de bienes, motivación para apoyar obras de beneficencia y propuestas de proyectos en favor del mismo clero.
Acompañemos y ayudemos alguno de los hermanos necesitados de dar estos pasos.