Construyendo comunion presbiteral día a día

El Nuevo Directorio para el Ministerio y la Vida de los Presbíteros, en el número 34, nos presenta la Comunión en el Presbiterio, y nos dice que en virtud del sacramento del Orden, cada sacerdote está unido a los demás miembros del presbiterio por particulares vínculos de caridad apostólica, de ministerio y de fraternidad. La pertenencia a un concreto presbiterio se da siempre en el ámbito de una Iglesia Particular…y toda la Iglesia, y Cada Diócesis, es familia, la familia de Dios.

Resalto los términos “unidos por particulares vínculos de caridad apostólica, de ministerio y de fraternidad”, conceptos con los que se puede elaborar un plan de pastoral sacerdotal y construir una comunión fraterna concreta, aterrizada, viable y testimonial en los equipos sacerdotales de convivencia y ministerio pastoral. Quiero referirme al equipo sacerdotal que trabaja en la Curia Episcopal, en especial al delegado de pastoral presbiteral, con su respectiva comisión.

Recuerdo que la pastoral presbiteral se ocupa del bienestar integral, la comunión fraterna y la formación permanente en sus dimensiones humana, espiritual, intelectual y pastoral, de todo el presbiterio y de cada presbítero en particular.

En la pastoral orgánica y de conjunto, se da una sinergia, entendida como acción conjunta de varios órganos en la realización de una función. Cada Vicaría y cada Delegación, desde su respectivo programa específico, construye y ejecuta el plan diocesano de pastoral, apuntando complementaria y orgánicamente al desarrollo progresivo de la misión, la visión, y las metas, optimizando los recursos.

Convivir y trabajar en equipo no es una utopía.  Es un desafío al que debemos responder día a día, en un proceso de conversión permanente de cada presbítero, de sanación de heridas causadas al interior del presbiterio; de reconciliación y en especial mediante el fortalecimiento de la comunicación fluida, la revisión de la unidad de criterios, acrecentación del celo pastoral; en una palabra, mediante la caridad pastoral, donándonos unos a otros y todos a Cristo en su Iglesia Diocesana.

La Curia Episcopal ha de ser referencia de trabajo en equipo, viviendo la comunión espiritual, la comunión Apostólica y la comunión fraterna, filial y obediente con el Obispo Diocesano, quien ha de ser el garante principal de la pastoral del clero, haciendo de esta pastoral la prioridad con respecto a las demás pastorales. Los Vicarios y delegados han de trabajar conforme a las orientaciones y criterios del Obispo.

Para consolidar los equipos de trabajo pastoral y de convivencia, conviene tener en cuenta algunas sugerencias: cultivar relaciones confiables, leales, flexibles, creativas y joviales; definir con claridad los roles con sus respectivas funciones, programas y  metas; y evaluar con frecuencia la vida de comunión fraterna y  los resultados en el avance de cada programa, con unos instrumentos como puede ser el DOFA; mantener buena comunicación emocional, estado de ánimo, celo y disponibilidad pastoral y fomentar la formación permanente con especial énfasis en el ejercicio del ministerio encomendado por el Obispo.

Las reuniones del equipo deben ser agendadas, bien preparadas y ha de realizarse en un ambiente cálido, fraterno y en el que todos aporten. La agenda de las reuniones puede preparase con los siguientes elementos: oración compartida, compartir fraterno, los puntos que se van a tratar y unas conclusiones y compromisos.

José David

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