EL CAMINO QUE NECESITAMOS

Con la caridad pastoral todo puede solucionarse. Hasta el activismo y otras dificultades que se nos presentan en el ministerio pastoral.

Nos llenamos de compromisos y realizamos muchas actividades. A veces, lo hacemos por servir más a la gente; a veces, porque nos sentimos mejor haciendo más; a veces, porque queremos atender todas las solicitudes de la gente, o de la Diócesis; y, también, a veces, porque nos falta orden y mejorar nuestra organización del tiempo y de la pastoral. ¿Verdad?

Con frecuencia, además, encontramos hermanos sacerdotes que haciendo mucho, o haciendo menos, se sienten cansados y desanimados. Llevan una cierta insatisfacción por no poder hacer bien cada servicio y muchos se acostumbran a esa mediocridad. Ellos se tensionan por sus múltiples ocupaciones y siguen adelante con monotonía y rutina, hasta que sienten que se están quemando y, finalmente, tienen que parar. Es parecido a lo que les pasa a las máquinas: se mueven mucho, pero no tiene corazón; repiten los mismos movimientos; se dañan y, cuando se desconectan de la energía, tienden a conservar la dirección y la velocidad de sus movimientos, esperan reparación y, al final, paran y quedan inmóviles e inútiles. Dios nos libre de llegar a esas situaciones. Más bien, que Él nos ayude a superar el activismo y la dispersión pastorales.

 

La clave para tener mayores frutos en nuestro ministerio y en nuestra vida sacerdotal nos la ofrece el Buen Pastor con su vida y misión (ver Jn 10, 1 – 16): sirve bien a sus ovejas, da la vida por ellas y sigue acompañando su rebaño. La Iglesia, en Presbyterorum Ordinis,13, nos indica ese camino liberador y de mejores frutos pastorales:

  1. Que hagamos lo que nos corresponde según nuestra vocación y misión de presbíteros. Que hagamos todo y solo eso, aunque tengamos que suprimir algunas actividades que no correspondan a la voluntad de Dios. Y que lo hagamos todo como presbíteros, como nos corresponde, con “autenticidad” presbiteral.
  2. Que sea la “caridad pastoral” la que esté como fuente, motor y orientador de cada una de nuestras acciones ministeriales. Para ello, hemos de unirnos más a Cristo Pastor; recibir de Él la sabiduría, amor y fortaleza, que nos permita ir en su Nombre; conectarnos con Él para recibir su vida, la misión y lo que hemos de compartir con los hermanos. Así, lograremos purificar nuestras motivaciones pastorales, dejando que sea la caridad pastoral la que vivifique y unifique todo.
  3. Que cada acción pastoral y todo el ministerio lo realicemos “en el Espíritu de Cristo”, es decir, en sintonía con su presencia, acción y amor. Él es el que nos envía, acompaña y ayuda a cumplir bien, y con buenos frutos, nuestra misión.

 ¿Cómo está tu agenda para este mes? ¿Todo ello corresponde a tu ministerio sacerdotal?  ¿Cuáles de esas actividades te sirven para crecer con Jesús y como Jesús? Unámonos más a nuestro amigo Jesús y con Él renovemos nuestra vida y ministerio pastorales.

Compartamos con otros hermanos sobre este camino y sobre los medios para recorrerlo.

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