Cuando llegamos a final de un ciclo de realización nos conviene mucho evaluar que tal ha sido el trabajo, si ha producido los frutos esperados, si se han realizado las cosas de la mejor manera, si se contó con los recursos y herramientas apropiados y suficientes, si se lograron las metas proyectadas. En nuestra tarea ministerial nos conviene evaluar. Llegamos al final de un año litúrgico en que hemos celebrado los misterios del Señor, en que se ha realizado una labor evangelizadora y conviene que nos detengamos, junto con los agentes de evangelización, para con el auxilio del Espíritu Santo examinar como hemos realizado la misión que el Señor nos encargó.

Aquí es bueno tener claro que nos conviene evaluar en dos niveles, él nivel individual y el nivel comunitario. En el primer nivel, no se trata tanto de ver como se hicieron las tareas exteriores, sino de pensar como fue nuestra entrega, nuestro crecimiento, nuestro compromiso, con qué grado de generosidad nos dimos a los demás llevando el Evangelio. Más que una evaluación de resultados, para medir el éxito de las labores apostólicas, es pensar si crecimos como apóstoles. Unas preguntas que nos pueden ayudar a nuestro examen personal bien pueden ser estas: ¿lo hice todo? ¿lo hice pronto? ¿lo hice bien? ¿lo hice alegremente?

Luego de realizar esta primera y necesaria evaluación, se puede pasar a examinar cómo fue el trabajo a nivel comunitario-eclesial. Cómo fue el trabajo en equipo con los demás agentes evangelizadores. Ante todo, pensar si todas las tareas fueron precedidas, acompañadas y agradecidas con la oración, si ¿Se llevó a cabo todo lo planeado al principio del año? ¿Qué quedó faltando, que consideremos esencial o importante, para tener en cuenta en la próxima planeación? ¿qué cosas no salieron bien y por qué? ¿los recursos con que se contó fueron suficientes para desarrollar el plan proyectado? ¿todos los agentes de pastoral trabajaron a gusto en la tarea? ¿Qué realizaciones pastorales han mostrado ser de buen provecho para el crecimiento en vida cristiana de los fieles? con todo, esta última pregunta puede ser el punto de partida para proyectar el programa del nuevo año.

En fin, lo mejor que se puede hacer es una evaluación muy concreta tanto a nivel personal como comunitario que nos ayude a tener claro los pasos de crecimiento que nos conviene dar, para responder cada vez con mayor generosidad en el empeño porque Cristo, el Señor de la gloria, sea conocido, amado y servido por todos.

Hagámoslo.

Padre. José Humberto Gil Henao.

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