Experiencia de Emaús III – 2024. 

Queridos hermanos en Cristo, Padres formadores experiencia de Emaús III – 2024. 

Con el corazón lleno de alegría y gratitud, les escribo estas líneas para expresar lo que ha significado para mí este tiempo vivido en Emaús. Ha sido un auténtico tiempo de gracia y bendición, un espacio donde el Señor ha tocado mi vida con Su amor (Palabra y Pan) y Su misericordia (Presencia que contemplo en la vida de ustedes) de manera profunda y transformadora.

En este caminar, he experimentado la revitalización de mi fe, esa fuerza interior que encuentro en ustedes. He sentido cómo Dios ha fortalecido mi esperanza, recordándome que Su promesa es siempre fiel y que, aun en medio de las dificultades, Él me sostiene y me levanta cuando cada uno de ustedes me estrecha su mano y se convierte en cause de la gracia de Dios para mi consagración bautismal y ministerial.

Mi sacerdocio también ha sido fortalecido de una manera que solo puedo atribuir a la infinita misericordia divina y al testimonio de cercanía, cridad y bondad de ustedes para conmigo y mis hermanos sacerdotes. En medio de mi fragilidad y de las debilidades que me acompañan, he comprendido gracias a sus enseñanzas que es precisamente ahí donde Dios quiere manifestarse; en lo pequeño, en lo humilde, en lo aparentemente débil.

Esta grandeza también la he podido contemplar en el testimonio de Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo, a quien he conocido más durante este Emaús. Hoy lo pongo como esa lámpara encendida que Dios ha enviado para iluminar, con su testimonio y su obra, mi vida y la vida de cada sacerdote. Su ejemplo será, de ahora en adelante, una inspiración constante y un referente de Padre y Pastor en mi peregrinar ministerial.

Regreso a mi camino con un corazón renovado, con un amor más profundo hacia el Señor y con el firme propósito de ser un testimonio vivo de Su presencia. En la sinceridad de mi corazón, reitero mi absoluta disponibilidad para servir a la Iglesia en lo que necesite y donde sea requerido, asegurando mi fidelidad, obediencia y oración al Sucesor de Pedro y a mis superiores.

Que la Virgen María, nuestra Madre, siga guiándonos siempre hacia su Hijo, Jesús.

Fray José María

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