Los mismos que dicen “yo no tengo tiempo para estar preparando” y “yo ya sé lo que tengo que hacer”, son los mismos que reconocen que cuando preparamos nos va mejor y los frutos aparecen. ¿Qué hace Ud. para preparar sus servicios?
Además de “prepararme” personalmente, se necesita “preparar” los servicios. Preparar (ver P.O. 13) para realizar lo que nos corresponde y como nos corresponde (autenticidad). Preparar para poder servir con el amor y el poder de Dios, como fuente, motor y orientación de cada servicio (caridad pastoral). Preparar para sintonizar con la obra de Dios en cada persona y en cada comunidad (Sintonía con el Espíritu Santo). Preparar de esa manera es como nos asegura el alimentarnos primero y más nosotros mismos del alimento (Palabra, Sacramento, Gracia) que le transmitimos a los hermanos. En la preparación logramos mucho de la santificación que nos aporta el ministerio pastoral bien ejercido.
Por ejemplo, para la Eucaristía de mañana, no digo que yo ya sé celebrar y que no necesito preparación. Esa actitud me expone al salto mortal: pasar de la cama al altar, correr de actividades vanas para llegar intempestivamente a la celebración. Ciertamente, necesito “prepararme” y necesito “preparar” las lecturas y la homilía, la liturgia eucarística, los elementos para la celebración, acordes con el sentido litúrgico, la asamblea, el lugar, etc. De esa preparación depende, en mucho, la celebración eucarística y el fruto para los fieles y para mí.
Es cierto que recibimos en el Seminario una formación bíblica y litúrgica. Algunos han hecho actualizaciones en esos campos. Pero, ¿quién tiene presente todo lo que ha recibido? Cada vez, por ello, necesitamos estudiar, analizar, confeccionar bien, preparar lo que vamos a ofrecer a los hermanos. En la preparación, además, conviene que participen los destinatarios para que nuestros servicios sean más adecuados a sus necesidades e intereses.
Para mañana, seguramente, tienes muchas actividades por realizar. Que las puedas preparar mejor y que así tengas mayor fruto. Que realices solo las que Dios quiere y como Dios quiere.
Compartamos con otro hermano sacerdote sobre esta experiencia de “preparar” mejor nuestro ministerio, A ambos nos servirá para seguir preparando juntos.