En nuestros encuentros anteriores, hemos reconocido la importancia de “prepararnos” con Jesús para cada servicio pastoral. Hemos compartido elementos para “preparar” bien y “realizar” bien cada servicio ministerial. Incluso, compartimos cómo alimentarnos antes y más nosotros mismos de todo lo que le servimos a los fieles. Ahora llegamos al punto decisivo del proceso evangelizador: ayudar a que los fieles aprovechen bien los servicios pastorales que reciben.
Hay hermanos muy desanimados, quejándose de los pocos frutos que ven en su ministerio pastoral. Les dicen a sus fieles: tanto que les predico y no aprenden; vienen a Misa y no cambian; estoy cansado y desanimado. Hay, en cambio, muchos otros sacerdotes que hacen menos actividades repiten menos y acompañan mejor a los fieles y a las comunidades, desde luego, y tienen mayores frutos.
Uno siembra la semilla para que dé fruto (Ver Mt 13, 4 – 9. 18-23). Pero la plantica, o la rama, necesita ser cuidada, cultivada (Ver Jn 15, 1 – 6), para crecer y dar mucho fruto. Así es la Palabra de Dios, los Sacramentos, la caridad: son semillas de Dios que necesitan ser cultivadas, acompañadas y ayudadas para que den los frutos de conversión, vida cristiana, amor y servicio.
En el proceso evangelizador se necesita acompañar el anuncio del Evangelio para que lleve a la conversión y a la fe. Se necesita acompañar la fe para que crezca y dé frutos en la vida personal. Se necesita acompañar a cada hermano para que viva en comunidad la gracia de ser hijo de Dios y hermano de los demás. Se necesita ayudar a encarnar el evangelio en obras de caridad y de transformación de la sociedad. Se necesita acompañar al discípulo para que sea discípulo misionero.
Así, además de celebrar la Eucaristía, es necesario acompañar posteriormente a los fieles para que la asuman en su vida personal y comunitaria, con una espiritualidad eucarística y, así, ella produzca todo su fruto. Además de predicar la Palabra, es necesario compartir camino con los fieles en el discipulado que se genere para ponerla en práctica. Además de hacer la visita a una familia, habrá que hacerle acompañamiento para que dé los pasos que le corresponden en su vida cristiana. Además de hacer la reunión con los catequistas, se necesitará acompañarlos con apoyos para su vida personal y para su servicio catequístico. Además de atender a una persona en confesión, o en el despacho parroquial, habrá que estar para ella en la disponibilidad de guía o acompañante espiritual. La semilla de Dios, bien plantada, necesita ser acompañada para que dé buen fruto.
Todo esto se puede aplicar a cada servicio ministerial. Por ejemplo, para la Eucaristía de mañana necesitamos “prepararnos”, “prepararla bien”, “celebrarla bien” “aprovecharla” nosotros mismos y ayudar a que los fieles saquen mucho fruto de ella. Dediquémonos solo a lo que Dios quiere y a todo lo que él quiere, hagámoslo con caridad pastoral y unidos al Espíritu Santo (Ver P.O. 13).