¿Estamos contentos de lo que hemos logrado en esta vida? ¿Aspiramos a conseguir nuevos conocimientos, experiencias, amigos, valores, bienes? ¿Cuáles y cuántos aportes recibes de las personas con las que te encuentras cada día?
Sí podemos crecer, progresar, conseguir nuevos frutos en nuestra vida y en nuestro ministerio. Es lo que Dios quiere y en lo que Él nos va ayudar. Él nos ha elegido por amor para que demos frutos abundantes y que permanezcan (Ver Jn. 15, 16).
Uno de los caminos que Dios tiene para ayudarnos es el de las otras personas. A través de ellos, Él nos da amor, sabiduría, ejemplo, consejos, valores y servicios. Lo ha hecho a través de nuestra madre y de nuestra familia. Lo realiza a través de diversos servidores de la Iglesia. Lo hace a través de los buenos amigos y a través de otras personas, aún de las que nos parecen ignorantes y pecadoras. Es el “regalo de Dios” para tí, para mí, para todos, a través de ellos.
Algunos de nuestros hermanos, o nosotros mismos, decimos: yo sé, yo puedo, yo tengo, yo no necesito de nadie. Con ello indicamos que queremos vivir nuestra vida con lo que ya somos, con lo que vivimos y con lo que hacemos. ¿Verdad? Así, ante una persona que solicita un servicio la miramos como a un cliente, poco esperamos de ella y la despachamos rápido. Así perdemos, dejamos de recibir, el regalo de Dios a través de esa persona.
En cambio, la actitud que nos favorece para recibir este regalo de Dios es la fe con la que reconozcamos que cada persona es un hermano y puede ser canal, instrumento, a través del cual Dios Amor nos ayuda. La fe nos lleva a crecer en la apertura y en la búsqueda del don de Dios a través de más y más personas. Esa fe nos lleva a superar nuestra autosuficiencia y orgullo, nos hace vivir la fraternidad con humildad y gratitud. Ella nos lleva a recibir lo que Dios quiera regalarnos a través de cada persona. La fe y la fraternidad me llevarán a recibir mejor el don de Dios. También, me llevará a servir mejor, dejando que sea Dios quien ame y ayude a mi hermano a través de mí.
¿Con quiénes te vas a encontrar mañana? Compartamos con otros hermanos sobre los pasos para recibir, todos los días, en cada hermano, esos nuevos regalos Dios.