Queridos Hermanos en Cristo,
Al concluir estos tres meses de profunda renovación en mi vida sacerdotal, deseo expresar mi más sincero agradecimiento por la oportunidad de participar en este programa de formación sacerdotal permanente, programa EMAUS 2024. Esta experiencia ha sido un verdadero regalo y una bendición en mi vida, que me ha permitido crecer y fortalecerme en todas las dimensiones que conforman mi ministerio.
En primer lugar, quiero agradecer al equipo formador por su dedicación, sabiduría y apoyo constante. Cada uno de ustedes ha sido un pilar fundamental en este proceso de crecimiento, guiándonos con paciencia y amor en nuestro camino de renovación. Su entrega y compromiso han sido una fuente de inspiración, y su labor ha dejado una huella imborrable en mi corazón. Gracias por compartir sus conocimientos y experiencias, y por ayudarnos a profundizar en nuestra vocación.
En cuanto a la dimensión humana, este tiempo me ha permitido reflexionar sobre mi propia persona, reconocer mis debilidades y fortalezas, y trabajar en mi desarrollo personal. Los talleres y actividades han sido de gran ayuda para crecer en humildad, empatía y capacidad de escucha, cualidades esenciales para servir mejor a nuestra comunidad.
La dimensión espiritual ha sido, sin duda, un pilar clave en este proceso. A través de la oración, la meditación y los retiros espirituales, he sentido una renovación profunda en mi relación con Dios. He aprendido a confiar más en Su voluntad y a buscar Su guía en cada aspecto de mi vida. Gracias a estos momentos de recogimiento, mi fe se ha visto fortalecida y mi amor por Cristo y por la Eucaristía se ha renovado.
La dimensión comunitaria también ha sido enriquecedora. Compartir estos meses con hermanos en la fe ha sido una experiencia única. Juntos hemos vivido momentos de alegría, reflexión y fraternidad, lo que ha fomentado un sentido de unidad y apoyo mutuo. La comunidad se ha convertido en una familia donde cada miembro se preocupa y cuida del otro, reflejando el amor de Cristo en nuestras relaciones.
En la dimensión intelectual, los cursos y sesiones de estudio han sido de gran valor. La profundización en la teología, la Sagrada Escritura y otros aspectos de nuestra fe nos ha permitido adquirir herramientas y conocimientos para afrontar los desafíos del ministerio con mayor sabiduría y discernimiento. Gracias a esta formación, me siento más preparado para guiar a mi comunidad y responder a sus necesidades espirituales.
Por último, pero no menos importante, deseo agradecer de todo corazón a mi querido obispo por su apoyo incondicional y por brindarme esta oportunidad única. Su liderazgo y su ejemplo de vida me inspiran a seguir creciendo en vida sacerdotal y a servir con amor y entrega a la comunidad. Su compromiso con la formación permanente es un testimonio de su amor por la Iglesia y por cada uno de nosotros.
A todos ustedes, equipo formador, compañeros y mi obispo, les doy gracias por su paciencia, su dedicación y su amor. Que Dios los bendiga abundantemente y les conceda la gracia de seguir siendo luz y guía para muchos.
Con profunda gratitud y cariño,
Pbro. Jose Gregorio