Beato Gabriele Maria Allegra

Nació el 26 de diciembre de 1907 en San Giovanni La Punta, provincia de Catania, pueblo siciliano. En 1918, con once años, entró al seminario menor franciscano en el convento de San Biagio en Arcireale (Sicilia), donde hizo los estudios de bachillerato. El 13 de octubre de 1923 vistió el hábito franciscano y comenzó el noviciado, cambiando su nombre de pila por el de Gabriel María. Al año siguiente, el 19 de octubre de 1924, hizo la primera profesión. Aquel mismo año, con ocasión de la peregrinación del brazo de san Francisco Javier a Sicilia, pidió y obtuvo la gracia de la vocación misionera.

En septiembre de 1931 se embarcó en el puerto de Brindis con destino a China, para llevar el Evangelio a las gentes de aquel mundo. Tan pronto como llegó a su destino, se dedicó a estudiar el chino en Shanghai, y lo hizo con tanto interés y pasión que, unos cuatro meses después de su llegada, era ya capaz de ejercer su ministerio en el pueblo: confesaba, bautizaba y comenzaba a predicar en chino. Y consiguió dominar de tal modo la lengua china, tanto en su forma literaria como en la popular, que llegó a ser, entre los mismos chinos, un maestro entre maestros. Su figura ha de contemplarse bajo la doble luz de sacerdote de Dios, devorado por el celo de las almas, buscador apasionado y entusiasta de la verdad. Acostumbraba a pedir al Señor cuatro cosas: la sabiduría, la santidad, el apostolado y el martirio. En su vida encarnó de veras el ideal del verdadero Hermano Menor, tal como lo describió san Buenaventura: sabio, humilde, piadoso y de celo arrollador.

Poseía gran bagaje cultural (sabía y hablaba, además del italiano y el chino, el inglés, el francés, el español, el alemán; y, entre las lenguas bíblicas, el latín, el griego, el siríaco y el arameo), lo que le permitió en compañía de un grupo de colaboradores, la traducción completa de las Sagradas Escrituras al chino.

El P. Gabriel María Allegra murió en el hospital “Canossa” (Cáritas) de Hong Kong el 26 de enero de 1976. Fue beatificado el 29 de septiembre de 2012 por S.S Benedicto XVI.

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