BEATO NICOLÁS STENO

Nació en 1638 en Stenon, cerca de Copenhague (Dinamarca), hijo de un pastor luterano. Su nombre era Niels Stensen, aunque siguiendo la costumbre de la época en ambientes académicos, latinizó su nombre: Nicolaus Stenonis.

A los 31 años, residiendo en Florencia, Steno ya llevaba varios años cuestionándose aspectos de su fe; él era luterano. En su mente puramente racional había cosas que no le cuadraban: “Estaba en Livorno por la fiesta del Corpus y entonces vi portar una hostia consagrada por toda la ciudad, con tal pompa y magnificencia que me vino el pensamiento: esa hostia consagrada ¿es un simple trozo de pan y los que le muestran tanta veneración son tontos, o de verdad es el cuerpo de Cristo y entonces por qué no lo venero yo mismo?”.

A continuación, leyó con detenimiento la Biblia y los escritos de los padres de la Iglesia y llegó a esta conclusión: “Cuando me hube convencido y cerciorado de la verdad de la materia sobre la que hablaba, entonces ya no tuve dudas sobre mi deber de abandonar el credo luterano. Cuando una religión está confundida en un punto esencial de la fe, no puede ser de Dios, pues, por la fuerza de su sabiduría infinita, no puede estar equivocado”. Por fin el 8 de diciembre de 1668, día de la Inmaculada Concepción, fue recibido en la Iglesia Católica.

Unos años después de su conversión regresó a Dinamarca invitado por el Rey para dar clases. Sin embargo, el trabajo no le satisfizo del todo: ahora buscaba más.

Regresó a Florencia y decidió ingresar en el sacerdocio. Se ordenó en 1675. Él cuenta el motivo de su decisión:

Después de haber experimentado constantemente las buenas obras de Dios hacia mí —y no podré nunca pesarlas—, las encontré tan grandes que no pude evitar sentirme impulsado con gran entusiasmo a ofrecerle lo mejor, de la mejor manera, en la medida que mi fragilidad lo permitiera. Ahora que reconozco la dignidad del sacerdocio, mediante cuyo ministerio se ofrecen en el altar la acción de gracias por los beneficios del perdón de los pecados, así como otras cosas agradables a Dios, lo supliqué y obtuve el permiso para ofrecer el sacrificio del cordero sin mancha (la Eucaristía) al eterno Padre.

Su devoción aumentaba: hizo el voto de pobreza, y procuraba ejercer su ministerio con personas de otras religiones.

En 1677 el Papa le nombró Obispo, momento en el que dejó de lado sus investigaciones. Su primer destino episcopal fue Hannover, y luego fue a Münster como obispo auxiliar. Allí fue conocido por la gran austeridad de vida, tanto que algunos fieles le amenazaron con cortarle la nariz y las orejas. Dolido por ello pensó si no sería mejor regresar a Florencia, y así lo solicitó a Roma.

Mientras esperaba la respuesta le rogaron que se dirigiera a la localidad alemana de Schwerin, donde solo había un sacerdote, el padre Steffani, que estaba enfermo y quería retirarse. Así que Steno tuvo que asumir todo el peso de la pastoral local.

Poco después de la muerte del padre Steffani, Steno enfermó y falleció el 25 de noviembre de 1686 a la temprana edad de 48 años, ante la presencia de algunos católicos y de muchos luteranos conmovidos por su fe. Su vida austera y abnegada probablemente tuvo que ver en esta muerte prematura.

Steno pidió que su entierro fuera mezquino y pobre, pero el Duque Cosme de Medici, de Florencia, no aceptó esta condición, y trasladó su cuerpo a su ciudad. Sus restos reposan en la iglesia de San Lorenzo de la capital toscana.

Su fama de santidad se acrecentó con los años. Por fin el Papa San Juan Pablo II lo beatificó en 1988.

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