Nació en Totatiche, Jalisco, el 30 de julio de 1869. De muy humilde origen, ingresó en su juventud al seminario conciliar de Guadalajara, donde se acreditó como un excelente candidato al ministerio eclesiástico. Ordenado presbítero el 17 de septiembre de 1899, prestó sus servicios en la Escuela de Artes y Oficios del Espíritu Santo, en Guadalajara; fue luego ministro y párroco de su pueblo natal, se distinguió por su vida limpia y una intensa labor social. Para atender las vocaciones sacerdotales de esa región, estableció en su parroquia, a partir de 1916, un seminario auxiliar.
El 21 de mayo de 1927, San Cristóbal Magallanes se dirigía a celebrar una fiesta religiosa en honor a Santa Rita en uno de los ranchos de los alrededores, cuando se produjo una balacera entre cristeros y las fuerzas federales. El sacerdote fue arrestado y conducido a la prisión de Totatiche, donde fue encarcelado junto a su vicario, el P. Caloca.
Horas más tarde, los dos fueron trasladados al palacio municipal de Colotlán, Jalisco, y acusados de conspirar contra el gobierno. Como no había ninguna prueba de ello, se decidió que ambos sacerdotes fueran ejecutados simplemente por ser sacerdotes. Cuatro días después, el 25 de mayo, el P. Magallanes y el P. Caloca fueron sacados al patio para ser fusilados. El P. Cristóbal al ver a su compañero preso del miedo, le dijo: “Tranquilízate hijo, solo un momento y estaremos en el cielo”.
Después de darse la absolución el uno al otro, se colocaron de frente y cayeron abatidos por el fuego del pelotón de fusilamiento. El P. Caloca llegó a gritar: “Por Dios vivimos y por Él morimos”. Beatificado en el año 1992, y canonizado en el 2000 por SS. Juan Pablo II.