Nació en Aix, sur de Francia, el 1 de agosto de 1782. A los 20 años a pesar de la oposición de su madre, ingresó al seminario. Al regresar a Aix, no se encerró en una parroquia, sino que puso su sacerdocio al servicio de los más abandonados: prisioneros, jóvenes, sirvientes campesinos. Para llevar el Evangelio a los pobres, estableció la Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada y durante unos veinticinco años dio prestigio a su congregación con virtudes, obras, predicación y escritos. Debido a su celo fue apodado “un segundo Paul” y los obispos misioneros se acercaban a él solicitándole misioneros oblatos para sus vastos campos misioneros. Después de unos años, en 1832, Eugenio fue nombrado obispo auxiliar de Marsella. En su lecho de muerte, dejó su testamento a los Oblatos: “Caridad, caridad, caridad entre ustedes; y celo por las almas de afuera”. Fue beatificado por el Papa San Pablo VI en 1975 y canonizado por el Papa San Juan Pablo II, el 3 de diciembre de 1995.