Nació en Beverley, Inglaterra, en el año 1469. A los 22 años, obtuvo ser dispensado de la falta de edad, y fue ordenado sacerdote. En 1504, fue elegido obispo de Rochester, cuando sólo tenía 35 años. Se dedicó a visitar todas y cada una de las parroquias para observar si cada sacerdote estaba cumpliendo con su deber, y animar a los no muy entusiastas. A los sacerdotes les insistía en la grave responsabilidad de cumplir muy exactamente sus deberes sacerdotales. Iba personalmente a visitar a los más pobres. Dedicaba, además, muchas horas al estudio y a escribir libros. Aunque era obispo y además canciller de la universidad, llevaba una vida tan austera como la de un monje. No dormía más de seis horas y hacía fuertes penitencias. Cuando Lutero empezó a difundir los errores de los protestantes, el obispo Fisher fue elegido para atacar tan fatales errores, y escribió cuatro libros para combatir los errores de los luteranos.

En un Sínodo de Inglaterra, protestó fuertemente contra la mundanidad de algunos eclesiásticos, y la vanidad de aquellos que buscaban altos puestos y no la verdadera santidad. 

Las amenazas de los enemigos empezaron a llegar sobre él. Dos veces lo llevaron a la cárcel. Otra vez trataron de envenenarlo. Le inventaron toda clase de calumnias, y como no lograron intimidarlo, lo mandaron encerrar en la Torre de Londres. Tenía entonces 66 años. Estando en prisión, recibió del Sumo Pontífice el nombramiento de Cardenal. El impío rey, Enrique VIII exclamó: “Le mandaron el sombrero de Cardenal, pero no podrá ponérselo, porque yo le mandaré cortar la cabeza”. Y así fue. El 17 de junio de 1535 le leyeron la sentencia de muerte.

El rey mandaba matarlo por no aceptar el divorcio y por no aceptar que el rey de Inglaterra reemplazara al Papa en el gobierno de la Iglesia Católica. Al llegar al sitio donde le iban a cortar la cabeza, el venerable anciano se dirige a la multitud y les dice a todos que muere por defender a la Santa Iglesia Católica fundada por Jesucristo. Recita el “Tedeum” en acción de gracias y, muere. 

Beatificado por León XIII el 29 de diciembre de 1886 y canonizado el  19 de mayo de 1935 por Pío XI.

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