Padre de bondad, de amor y compasión ponemos en tus manos a los sucesores de los Apóstoles, a nuestros Obispos, elegidos en tu nombre por medio del Espíritu Santo para ser cabeza, guías y padres de las Iglesias Particulares. Tú sabes y conoces lo que esto implica, pedimos para ellos la asistencia permanente del Espíritu Santo, discernimiento y acierto en el gobierno y toma de decisiones en los territorios eclesiales; mansedumbre y paternidad en la relación con su presbiterio y mucha cercanía para con el pueblo de Dios. Concédeles salud, bienestar y recibe sus propias necesidades en bien de la iglesia universal, sus familias y sus diócesis.