Padre de amor y misericordia ponemos en tus manos a nuestros hermanos que peregrinan en Guatemala junto con sus pastores, obispos, presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas y laicos comprometidos que son sal y fermento en estos países donde ejercer el profetismo no resulta fácil y que hacen de nuestro cristianismo un reto evangelizador fantástico, apasionante y comprometido. Cólmalos de bendición, salud y fortaleza para continuar anunciando la buena nueva para nuestros pueblos tengan vida y vida en abundancia.