Para que el Señor asista con su Sagrado Espíritu al Papa, a los Obispos, Sacerdotes y Diáconos, de tal modo que se conviertan en referentes para el pueblo que Él les encomendó. Además, para que el pueblo sea permeable a las enseñanzas que, por designio de Dios, se transmite por medio de sus ministros. Confiamos en el auxilio de María Santísima, a todos los evangelizadores del mundo entero.