OREMOS POR los Obispos.

 

Para que, como sucesores de los Apóstoles, sean envestidos de la gracia de Dios, por intercesión de la Santísima Virgen María y los Obispos que ya se encuentran en la eternidad. Que sepan guiar el rebaño que a cada uno les fue encomendado, con la coherencia que tanto predicó y practicó el Maestro.

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