En tus manos Padre misericordioso ponemos la Iglesia que peregrina en México, esa maravillosa tierra bendecida desde los comienzos de la evangelización por la presencia maternal de la santísima Virgen María Nuestra Señora de Guadalupe, la emperatriz de América. Confiamos en tus manos el proceso evangelizador que llevan allí tus obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosos y religiosas y todos los laicos comprometidos. Acompáñalos, fortalécelos y ayúdalos para que sigan siendo sal y luz en esta maravillosa tierra que ha ofrecido tantos santos. Amén.