- Contrario al episodio de la torre de Babel, donde Dios confundió las lenguas (Gn 11,1-9); en el día de Pentecostés el Espíritu Santo capacitó a los apóstoles para anunciar la verdad en todas las lenguas. Pues, contrariamente al propósito de los que querían construir la torre de Babel -construir su mundo prescindiendo de Dios-, Los Apóstoles llenos del Espíritu Santo, comienzan la tarea de extender su Reino (Hch 2,1-11).
- San Pablo nos dice que aquellos que reciben un carisma (manifestación del Espíritu) es para el bien común. Es decir, todo carisma recibido del Espíritu Santo siempre tiene como finalidad ayudar a la edificación del Cuerpo de Cristo que somos todos los bautizados (1Cor 12,3b-7.12-13).
- Jesús resucitado envía a sus discípulos, es decir, les hace partícipes de su misión de salvación. Con la verdad que les ha revelado y con el Espíritu que les dona quedan perfectamente equipados para llevar a cabo el encargo recibido. Empezarán liberando a las gentes del pecado, para disponerlas a recibir la nueva vida que brota del costado del resucitado, que nos hace semejantes a él y partícipes de su bienaventuranza (Jn 20,19-23).
- En cada eucaristía somos enviados, como los apóstoles, a anunciar la buena nueva y a impregnar de vida los ambientes de muerte. Esto, porque con cada eucaristía crecemos en el conocimiento de la verdad y recibimos nueva efusión del Espíritu Santo.
- CEC 696, 726, 731-732, 737-741, 830, 1076, 1287, 2623: Pentecostés; CEC 599, 597,674, 715: el testimonio apostólico en Pentecostés; CEC 1152, 1226, 1302, 1556: el misterio de Pentecostés continúa en la Iglesia; CEC 767, 775, 798, 796, 813, 1097, 1108-1109: la Iglesia, comunión en el Espíritu.
