Esta lectura de Isaías nos habla de todos aquellos que a lo largo de la historia de salvación se han hecho discípulos de Dios por su escucha, testimonio, fidelidad y confianza a toda prueba. Ahora, la realización plena de este iniciado (discípulo) es Jesucristo. Todos los bautizados estamos llamados a seguir este ejemplo y, así, tener una palabra de aliento para todos los abatidos (Is 50, 4-7).
- Pablo nos dice hasta donde ha llegado el amor del Hijo por nosotros. Por amor se ha humillado rebajándose a una condición inferior a la propia. Por amor se hizo obediente, se sometió en todo a la voluntad del Padre, siendo igual a él por su naturaleza divina. Por amor sufrió la peor clase de muerte que se pudiera dar a una persona en ese tiempo. Pero precisamente por ese amor el Hijo de Dios, Jesucristo, fue exaltado por encima de todo y de todos. ¿Hasta dónde, nosotros, somos capaces de llegar por amor a Dios y a los hermanos? (Flp 2,6-11)
- Este relato termina con la confesión de fe del centurión romano “verdaderamente este era Hijo de Dios” ¿Qué significa esta confesión hoy para nosotros? Significa un mensaje de salvación y de esperanza que pretende transformar nuestras vidas. Detrás de esta confesión está toda la vida de Jesús que se nos presenta como fuente de interpretación de nuestra propia vida y modelo perfecto que merece ser imitado; por ser una vida donde el amor y la verdad se manifestaron en su mayor perfección (Mt 26,14 a 27,66).
- En cada Eucaristía se actualiza el misterio de la pasión del Señor, por tanto, nos conviene tener – en cada eucaristía- los mismos sentimientos que la Virgen María, San Juan y las mujeres expresaron al pie de la cruz.
- CEC 557-560: la entrada de Jesús en Jerusalén CEC 602-618: la Pasión de Cristo CEC 2816: el Señorío de Cristo obtenido por medio de su Muerte y Resurrección CEC 654, 1067-1068, 1085, 1362: el Misterio Pascual y la Liturgia.
