- Dios invita al profeta a estar alerta, porque va a pasar a su lado para hablarle. Pero Dios, enseñará al profeta que su paso no siempre es a través de manifestaciones extraordinarias y llamativas (viento huracanado, terremoto, fuego). Dios pasa y habla al profeta a través del susurro de una brisa suave. Nosotros ¿siempre esperamos que Dios nos habla a través de sucesos extraordinarios? o somos capaces de percibir el paso de Dios también a través de lo ordinario de la vida (1R 19, 9a.11-13a).
- El Apóstol Pablo nos revela el dolor y la pena que lleva permanentemente consigo. Y en verdad todo el que ha conocido verdaderamente a Cristo bien podría sentir igual que él. El ver que tantos corazones se han cerrado y no han acogido al Mesías como su Señor y salvador -aún esperándolo como promesa- es algo que sobrecoge y no te puede dejar tranquilo. Ese sufrimiento también lo debe llevar todo buen cristiano, no solo como un sentimiento, sino como un motivo permanente para interceder, evangelizar y ofrecerse a sí mismo por aquellos que no han dado cabida a Cristo en sus vidas (Rm 9,1-5).
- Jesús camina sobre las aguas como signo de su Señorío y poder sobre la naturaleza. No es solo el Mesías, el enviado; es el Hijo de Dios, como terminan reconociéndolo los que iban en la barca postrándose ante Él. Este reconocimiento es el dato primordial del Nuevo Testamento, porque nos habla de la auténtica relación de Jesús con el Padre y a la cual nos debemos referir para realizar nuestra propia relación con Dios (Mt 14,22-33).
- Todos los que nos reunimos en la eucaristía, lo hacemos con la misma conciencia que adquirieron los discípulos que iban en la barca y vieron a Jesús caminando sobre las aguas. Confesamos a Jesús como Hijos de Dios y nos postramos ante Él como signo de sumisión amorosa y adoración.
- CEC 164: la fe puede ser puesta a prueba; CEC 272-274: solo la fe se puede unir a los caminos misteriosos de la Providencia; CEC 671-672: en tiempos difíciles, cultivar la confianza, ya que todo está sometido a Cristo; CEC 56-64, 121-122, 218-219: historia de alianzas, el amor de Dios por Israel; CEC 839-840: la relación de la Iglesia con el pueblo hebreo.