- El autor nos hace ver el inestimable bien que es la sabiduría. No es como otros bienes que se desgastan y envejecen. Es un bien que siempre está al alcance del que lo desea. Quien se detiene a meditar como agradar a Dios es un hombre realmente prudente y la sabiduría misma viene a su encuentro (Sb 6,12-16)
- El Apóstol Pablo explica el misterio de la resurrección y de la Parusía del Señor a los Tesalonicense. Pues en estos misterios descansa la esperanza cristiana. Y son esos misterios los que nos permiten entender la muerte como realidad vencida por Cristo, convertida en paso para el encuentro definitivo con el Señor. También nos hacen pensar al que estamos esperando y cómo lo estamos esperando (1Ts 4,13-18).
- Los cristianos a semejanza de las vírgenes prudentes. No podemos vivir esperando al Señor de manera desprevenida, sino con aceite en las alcuzas, es decir, con la vivencia del amor a Dios y al Prójimo al día. Jesús, el esposo, espera encontrarnos a todos amando (Mt 25,1-13).
- Los cristianos que asisten devota y frecuentemente a la eucaristía, deben salir de allí dispuestos a llevar la luz de Cristo a los hermanos y a acrecentar el deseo del encuentro definitivo con él.
- CEC 671-672: estamos esperando que todo le sea sometido; CEC 988-991: los justos vivirán para siempre con Cristo resucitado; CEC 1036, 2612: velamos habitualmente para el retorno del Señor.