- El Apóstol Pedro no desaprovecha la oportunidad para anuncia a Cristo muerto y resucitado. Mensaje central de la fe. Cristo que sigue hablando y realizando maravillas por medio de sus discípulos; en quien los dirigentes del pueblo no quisieron reconocer a aquel que vino de Dios para enseñarnos el camino auténtico y perene hacia el hombre y hacia Dios (Hch 4, 8-12)
- Los que hemos creído en Jesucristo y hemos sido bautizados somos hijos de Dios. Manifestamos coherentemente esa condición en esta vida temporal imitando en todo a Cristo. Esperamos la manifestación de Cristo en el último día, para que esta condición de hijos se manifieste en toda su plenitud, cuando seamos semejantes a él y podamos gozar de la visión beatífica; meta de todas nuestras esperanzas (1Juan 3, 1-2).
- Con esta alegoría del Buen Pastor Jesús nos da a entender que su amor por nosotros supera el amor de cualquier hombre por la humanidad. Su amor es amor divino, que se traduce en dar la vida por todos, en querer llevar a todas las ovejas (hombres) a la plenitud de la resurrección. Aceptarlo como Pastor implica escuchar su voz, dejarla penetrar en el corazón para que vaya transformando nuestro ser y nos introduzca en la comunión del verdadero amor a Dios y a los hermanos (Jn 10, 11-18).
- Jesús sigue hoy pastoreando sus ovejas mediante el sacramento del Orden sacerdotal. Pastoreo cuya manifestación más evidente está en la Eucaristía. Allí Jesús, buen Pastor, se hace presente nos habla y nos alimenta; nos reúne en un solo rebaño y nos sigue conduciendo hacia la vida eterna.
- CEC 754, 764, 2665: Cristo, pastor de las ovejas y puerta del corral; CEC 553, 857, 861, 881, 896, 1558, 1561, 1568, 1574: el Papa y los obispos como pastores; CEC 874, 1120, 1465, 1536, 1548-1551, 1564, 2179, 2686: los presbíteros como pastores; CEC 756: Cristo, la piedra angular; CEC 1, 104, 239, 1692, 1709, 2009, 2736: ahora somos los hijos adoptivos de Dios.