- El rechazo de Jesús es una realidad antigua y actual a la vez. El Apóstol Pedro coloca como causa principal la ignorancia. De ahí la necesidad imperiosa del anuncio, la urgencia de la evangelización. Los bautizados, como los apóstoles debemos ser predicadores valientes y alegres de la gran noticia que trae la vida nueva y definitiva al mundo (Hch 3,13-15.17-19)
- El apóstol Juan nos dice que conocer a Jesucristo está en íntima relación con el cumplimiento de sus mandamientos. No podemos reducir el conocimiento de Cristo a formulaciones doctrinales. El conocimiento de Cristo se traduce en obediencia a su palabra e imitación de su persona (1Jn 2,1-5a).
- Jesús resucitado se presenta como aquel que ya habían anunciado la ley y los profetas, es decir, su persona y su misterio no son un acontecimiento pasajero más en la historia, un boom de momento que se agota con el pasar del tiempo. Él es el misterio presente desde el principio, anunciado por Moisés y los profetas, manifestado en su encarnación-vida-resurrección y, entonces, constituido el centro de gravedad de la historia y de la vida de todos los hombres (Lc 24, 35-48).
- En cada celebración eucarística vivimos un encuentro vital con el resucitado. Tenemos la oportunidad de avanzar en aquel camino de conocimiento de Cristo: si abrimos bien el oído a la Palabra, recibimos amorosamente la eucaristía y salimos con el firme propósito de buscar y cumplir ininterrumpidamente la voluntad de Dios.
- CEC 1346-1347: la Eucaristía y la experiencia de los discípulos en Emaús; CEC 642-644, 857, 995-996: los Apóstoles y los discípulos dan testimonio de la Resurrección; CEC 102, 601, 426-429, 2763: Cristo, la llave para interpretar las Escrituras; CEC 519, 662, 1137: Cristo, nuestro abogado en el cielo.