“Además del hambre física, la gente tiene otra hambre, una que no puede satisfacerse con la comida ordinaria. Es el hambre por la vida, el hambre por el amor (y) el hambre por la eternidad. El cuerpo y la sangre de Cristo pueden dar vida eterna a las personas porque la sustancia de este pan es amor. Vivir la fe católica, significa dejarse nutrir por el Señor y construir su vida no sobre bienes materiales, sino sobre la realidad que no perece: los dones de Dios, Su Palabra y Su Cuerpo. ” (Papa Francisco).
Fortalezcamos esta gran celebración en cada una de nuestras comunidades.