MARCOS 13,33-37: EN LA ESPERA DEL SEÑOR: COMO SIERVOS EN TURNO DE VIGILIA DURANTE LA NOCHE.

“Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento”. La exhortación comienza con un llamado a estar atentos. Todo el discurso está atravesado por este tipo de llamados de atención. Esta es la cuarta y última vez que Jesús lo dice: – “Mirad que nadie os engañe” (13,5) – “Mirad por vosotros mismos” (13,9) – “Mirad que os lo he predicho” (13,23) – “Estad atentos…” (13,33). Y la manera concreta de ejercitar la atención en medio de las convulsiones de la historia y de la expectativa de la venida del Hijo del hombre es la vigilancia: “¡Vigilad!”. Dentro del pasaje, este imperativo se repite tres veces y es el eje de toda la enseñanza: – “Estad atentos y vigilad” (13,33) – “Velad, por tanto…” (13,35) – “A todos lo digo: ¡Velad!” (13,37). El verbo “velar” se repetirá todavía una vez más al interior de la parábola (ver 13,34), con lo cual suma cuatro veces la repetición del término. Según esto, los discípulos deben percibir con mirada lúcida y aguda la venida del Señor en este tiempo en que no saben “cuándo será el momento”. ¿Qué es lo que Jesús pide en el mandato “velad”? El término griego “gregoreo” significa ante todo “estar despierto”. Pero esto no significa que los discípulos no puedan ir a dormir. En el contexto del Evangelio de Marcos tiene dos valores especiales. Primero: en el contexto de todo el discurso, “estar despiertos” ejercitando una vigilancia atenta, era la actitud que la comunidad debía asumir mientras andaba por en medio del mundo realizando la tarea de la evangelización, una tarea dura en medio de las contradicciones y las amenazas que aparecían por el camino (13,9-12). Por eso, hasta que el Hijo del hombre no regrese triunfante al final de los tiempos para reunir a los elegidos, los discípulos no pueden bajar la guardia, deben estar siempre sobrios y vigilantes. Segundo: en el contexto del pasaje, “velar” significa reconocer continuamente que uno es siervo y que tiene una responsabilidad con el patrón, que la vida de uno debe estar concentrada en función del encargo recibido y que hay que conducir un estilo de vida acorde con este comportamiento.

Una comparación ilustrativa y su aplicación (13,34-36). La comparación es simple: es como un dueño de casa que, cuando emprende un largo viaje, toma las precauciones respectivas: le da a cada empleado su tarea y al portero le manda que esté más atento. Así dice el v.34: “Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele”. En la aplicación que Jesús hace de esta comparación, de repente nos encontramos con dos novedades: (1) Los empleados no saben a qué hora va venir el dueño de casa. (2) La tarea encomendada al portero (el centinela) también es válida para todos los siervos. Entonces la aplicación de la comparación toca el punto fuerte: “Velad… no sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos”. Los centinelas saben que el tiempo más crítico es la noche, no sólo por la llegada de un ladrón sino también por la venida del dueño. Por eso no pueden dormirse, deben estar despiertos en su puesto de guardia. Hay un llamado de atención hacia algo más profundo. El no estar durmiendo se puede expresar de esta otra manera: hay que estar atentos en la oscuridad de la historia, con la existencia entera concentrada en el seguimiento de la Cruz para asistir a la irrupción del Reino. A lo largo de la historia, en el seguimiento de Jesús, los discípulos corren un riesgo: por el hecho de que el Señor no esté presente de manera visible, sus servidores corren el riesgo de olvidarse de él y de las tareas. Los siervos “vigilantes” son aquellos que están siempre listos para acoger y responder.

Repetición de la exhortación (13,37). “Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!” El énfasis de la repetición se nota de nuevo al final. Esta vez hay un dado nuevo: lo que Jesús dice a los cuatro primeros discípulos que fueron llamados (ver 1,16-20), vale para toda la comunidad, es más, para toda la humanidad. Esta frase tiene un valor misionero: los discípulos tienen la tarea de comunicarle a todo el mundo lo que aprendieron de Jesús. Una de ellas es la “vigilancia”: hay que enseñar al mundo entero a vivir la “vigilancia” dentro de la historia. Esta es una de las tareas concretas de su tarea de los pescadores de hombres (ver 1,17).

P. Fidel Oñoro, cjm – Centro Bíblico del CELAM 

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