El capítulo 24 de Mateo tiene como tema central la vigilancia: el discípulo que espera la venida del Señor no se echa a dormir, no deja que la rutina lo adormite, sino que está siempre atento a lo que ocurre a su alrededor, con una gran capacidad de discernimiento. En el comienzo de capítulo 25, con la parábola de las 10 vírgenes, Jesús educa en esta actitud que debe ser característica de todo discípulo suyo, de todo aquel que vive una relación estrecha, de abandono total a Jesús (expresado en la imagen de las “vírgenes”). “Vigilar” significa propiamente abstenerse del sueño. Esto es lo que precisamente se ilustra en el comportamiento de las vírgenes. Podemos sacar las siguientes lecciones:
(1) La pertenencia al Reino de Dios no se da por sí misma, sino que presupone el comportamiento intencional, las decisiones. Así como las vírgenes que se preparan activamente para la venida del novio, es necesario actuar sabiamente, con prudente previsión y coherencia. El Reino de Dios se gana con la sabiduría y se pierde con la necedad.
(2) Las 10 vírgenes comienzan iguales, en las mismas condiciones, pero luego le toman ventaja a las otras cinco. Jesús enseña que personas que ha comenzado juntas y han tenido muchas cosas en común pueden llegar al fin de manera distinta, según su comportamiento.
(3) El ritmo de la vida ocurre normal, el tiempo pasa y caemos en la rutina. Jesús enseña a vivir intensamente cada día, no debemos esperar hasta el fin, hay que estar siempre preparados. En nuestra mente y en nuestro corazón debe estar siempre presente el Señor y su voluntad, viviendo la vida como un “entrar” continuamente en el Reino.
(4) Solo si estamos preparados podremos entrar en el Reino de los cielos, en el señorío pleno y bienaventurado de Dios y acogidos en la comunión definitiva con él. Quien no está preparado se encuentra con una puerta cerrada debido a su irresponsabilidad.
(5) El futuro se gana en el presente. Hay que tomar en serio el tiempo presente. El cielo comienza en la tierra.