La liturgia nos invita hoy a leer la parábola de los talentos que nos interroga: ¿Qué has hecho con los talentos que te di?
El texto nos da algunas pistas para que podamos responder de manera ponderada y consciente:
(1) La parábola nos recuerda que somos “siervos” del Señor. Aunque somos libres nuestra vida depende de él y está en función de él. Estamos vinculados al Señor de muchas formas y nuestras capacidades vienen siempre de él.
(2) Cada uno ha recibido un don según su capacidad. No debemos compararnos con los otros, más bien debemos valorar lo que hemos recibido y ser responsables con ello.
(3) Nuestra tarea, nuestro ser “siervos”, es dar fruto abundante. El siervo bueno y fiel es el que trabaja por los intereses de su Señor. El siervo malvado e inepto, rechaza el servicio y no actúa según la voluntad de su patrón.
(4) Cuando se trabaja en las cosas del Señor, en el propio corazón y hacia fuera en los diversos compromisos con los hermanos, se vive en el gozo del Señor. No olvidemos que Él nos ha llamado para la plena felicidad.
(5) El tiempo vale mucho. No podemos desperdiciar nuestra vida, con todos sus dones. El Señor nos pedirá cuenta de todo lo que nos dio. Nuestra tarea es desarrollar nuestras capacidades y todos los talentos que pone en nuestras manos en función del proyecto para el cual fuimos creados.
No lo olvidemos. La vida se nos ha dado no como absoluta propiedad, sino como un tesoro que administrar y del que tendremos que dar cuenta al Señor.