Jer. 31,31-34: “Haré una alianza nueva y no recordaré sus pecados”
Jn. 12,20-33: “Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto”
1.- El anuncio de Jeremías es de lo más hermoso: una Alianza Nueva, es un anticipo evangélico. La letra había ahogado al espíritu y había que grabar en los corazones la Ley Nueva. Dios mismo será quien escriba esa ley dentro del hombre. Llegará el tiempo de la gracia y Dios mostrará su rostro de misericordia.
“Hubo…, bajo el régimen de la antigua alianza, gentes que poseían la caridad y la gracia del Espíritu Santo y aspiraban ante todo a las promesas espirituales y eternas, en lo cual se adherían a la ley nueva. Y, al contrario, existen en la nueva alianza, hombres carnales alejados todavía de la perfección de la ley nueva: para incitarlos a las obras virtuosas, el temor del castigo y ciertas promesas temporales han sido necesarias, incluso bajo la nueva alianza. En todo caso, aunque la ley antigua prescribía la caridad, no daba el Espíritu Santo, por el cual “la caridad es difundida en nuestros corazones” (Rm 5,5) (Santo Tomás de Aquino, s. th. 1-2, 107,1 ad 2)” (Cat. Iglesia Cat. 1964).
2.- Cristo “será causa de salvación eterna” por su obediencia a la voluntad del Padre. El Salvador actúa según la nueva Alianza. Por Él tiene lugar el nuevo pacto entre Dios y el hombre, y, además, enseña al hombre a vivir esa alianza.
“Jesús, al aceptar en su corazón humano el amor del Padre hacia los hombres, “los amó hasta el extremo” (Jn 13,1) porque “nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (Jn 15,13). Tanto en el sufrimiento como en la muerte, su humanidad se hizo el instrumento libre y perfecto de su amor divino que quiere la salvación de los hombres” (Cat. Iglesia Cat. cf. 606-609).
3.- Jesús es el grano enterrado y su muerte fecunda presagia el sentido de que dar la vida por los demás es dar Vida Eterna a todos. Es la convicción que Cristo comunica a los suyos sobre su propia muerte. El fruto llegará a todos porque la Pascua será para todos. Y la voz del Padre ratificando la gloria es el mejor aval de su obra redentora.
Con frecuencia la vida de muchas personas es entregada al servicio de los demás: muchos padres, de una manera callada dan la vida día a día por sus hijos; muchos educadores gastan sus energías en favor de los educandos; muchas otras personas anónimas entierran su vida como grano de trigo… y todo esto da mucho fruto.
4.- Ley nueva o Ley evangélica:
El Espíritu Santo grabará en nuestros corazones una Ley Nueva: “En los “últimos tiempos”, el Espíritu del Señor renovará el corazón de los hombres grabando en ellos una Ley nueva; reunirá y reconciliará a los pueblos dispersos y divididos; transformará la primera creación y Dios habitará en ella con los hombres en la paz” (Cat. Iglesia Cat. 715; cf. 716).
“La Ley nueva es llamada ley de amor, porque hace obrar por el amor que infunde el Espíritu Santo más que por el temor; ley de gracia, porque confiere la fuerza de la gracia para obrar mediante la fe y los sacramentos; ley de libertad, porque nos libera de las observancias rituales y jurídicas de la Ley antigua, nos inclina a obrar espontáneamente bajo el impulso de la caridad y nos hace pasar de la condición del siervo, a la de amigo de Cristo, o también a la condición de hijo heredero” (Cat. Iglesia Cat. 972).
Cuando vemos el ejemplo de Cristo el Señor, nos damos cuenta que, en la medida que demos la vida por los demás, estamos creando vida nueva. Es la “nueva ley” la “nueva alianza” que Dios hace con cada uno de nosotros en el Corazón. Es como si Dios nos dijera: “en la medida que imites a mi Hijo Jesús dando tu vida, en esa medida te voy a renovar tu corazón y te daré muchos frutos de vida eterna, porque sigues su testimonio de generosidad”.
Padre Fernando Manuel Limón