El Instituto de Pastoral del Clero, ubicado en El Rodeo, La Ceja, Antioquia, Colombia, se dedica a acompañar a obispos, sacerdotes y diáconos de Latinoamérica. Su objetivo es ofrecer formación y apoyo pastoral para fortalecer el ministerio y la labor evangelizadora en la región.

EL PAPA: CRISTO ENTRA CADA DÍA EN LOS INFIERNOS DEL HOMBRE “NO PARA CULPABILIZAR, SINO PARA SALVAR”

El Papa aseguró en la Audiencia General de este miércoles que Cristo, como hizo durante el día del Misterio pascual, entra cada día en los infiernos del hombre, una imagen que se refiere a quien “vive la muerte a causa del mal y del pecado” para salvar y “no para culpabilizar”.

“Cristo entra en todas estas realidades oscuras para testimoniarnos el amor del Padre. No para juzgar, sino para liberar. No para culpabilizar, sino para salvar. Lo hace sin clamor, de puntillas, como quien entra en una habitación de hospital para ofrecer consuelo y ayuda”, aseguró el Pontífice.

De esta forma, insistió en que si Cristo ha podido descender hasta allí, “nada puede ser excluido de su redención”. 

“Ni siquiera nuestras noches, ni siquiera nuestros pecados más antiguos, ni siquiera nuestros vínculos rotos. No hay pasado tan arruinado, no hay historia tan comprometida que no pueda ser tocada por su misericordia”, expresó el Santo Padre que ha continuado este miércoles con la catequesis del misterio del Sábado Santo.

Los infiernos, condición existencial

Durante la catequesis, también explicó que la imagen de los infiernos, en la concepción bíblica, no son “tanto un lugar”, sino más bien “una condición existencial” en la que la vida “está debilitada y reinan el dolor, la soledad, la culpa y la separación de Dios y de los demás”. 

De este modo, León XIV indicó que el descenso de Cristo a los infiernos “no tiene que ver sólo con el pasado, sino que toca la vida de cada uno de nosotros” y está hecho de “soledad”, “vergüenza”, “abandono” y de “cansancio de vivir”.

“Cristo nos alcanza también en este abismo, atravesando las puertas de este reino de tinieblas”, señaló el Santo Padre desde la plaza de San Pedro del Vaticano.

Ante cientos de fieles, reunidos para escuchar su catequesis, aseguró que Cristo entra cada día“en la misma casa de la muerte, para vaciarla” y “para liberar a los habitantes, tomándoles de la mano uno por uno”.

“En este gesto está toda la fuerza y la ternura del anuncio pascual: la muerte nunca es la última palabra”, indicó.

Como un padre con el hijo que teme que ya no es amado

Por ello, el Pontífice resaltó que el Señor desciende allí donde el hombre “se ha escondido por miedo, y lo llama por su nombre, lo toma de la mano, lo levanta, lo lleva de nuevo a la luz”. Un gesto que hace “con plena autoridad, pero también con infinita dulzura, como un padre con el hijo que teme que ya no es amado”, expresó.

Para el Papa esta es la prueba de “la humildad de un Dios que no se detiene delante de nuestro pecado, que no se asusta frente al rechazo extremo del ser humano”.

Este evento, que la liturgia y la tradición nos han entregado, “representa el gesto más profundo y radical del amor de Dios por la humanidad”, subrayó.

En este sentido, resaltó que esta es la base del consuelo cristiano que “nos sostiene”. “Si a veces nos parece tocar el fondo, recordemos: ese es el lugar desde el cual Dios es capaz de comenzar una nueva creación”, enfatizó.

De hecho, no basta “decir ni creer que Jesús ha muerto por nosotros”, sino que es necesario reconocer “la fidelidad de su amor”.

Finalmente subrayó que la verdadera gloria del Resucitado es el “poder de amor” que es “solidaridad de un Dios que no quiere salvarse sin nosotros, sino solo con nosotros”. 

“Un Dios que no resucita si no es abrazando nuestras miserias y nos levanta de nuevo para una vida nueva”, señaló.

Y concluyó: “Descender, para Dios, no es una derrota, sino el cumplimiento de su amor. No es un fracaso, sino el camino a través del cual Él muestra que ningún lugar está demasiado lejos, ningún corazón demasiado cerrado, ninguna tumba demasiado sellada para su amor”.

Tomado de ACIPRENSA

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