Desde este 24 de junio comienza el encuentro continental “La renovación de las iglesias locales con perspectiva sinodal”, en Bogotá, en la sede del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam).
20 teólogos y teólogas no solo de América Latina, sino de todo el mundo, han sido convocados para sentar bases para el ejercicio de una Iglesia más sinodal como ha quedado planteado en la primera etapa del Sínodo 2021-2024.
El padre Pedro Brassesco, secretario general adjunto del Celam, conversó con ADN Celam para ampliar detalles de este evento, que asesores del equipo teológico de esta instancia han organizado.
Además ha brindado detalles sobre el venidero Congreso teológico sinodal a realizarse en agosto y de los aportes que las Conferencias episcopales y diversas organizaciones eclesiales han hecho de cara a la segunda ronda del Sínodo.
Experiencias sinodales
Pregunta.- El Celam acogerá a teólogos del mundo para el encuentro “La renovación de las iglesias locales con perspectiva sinodal”, ¿qué significado tiene para la institución este evento?
Respuesta.- Para el Celam es muy importante poder acoger y apoyar este encuentro que posibilitará profundizar sobre aspectos claves de la sinodalidad. Se trata del proyecto que han venido coordinando los teólogos Rafael Luciani y Carlos Schickendantz y que, entre otros ámbitos, los ha llevado a indagar sobre la existencia y formas que asumen la constitución de los Consejos Pastorales en las diócesis.
Estamos hablado de un espacio, como otros consejos, que es destacado como un lugar donde la sinodalidad deja de ser algo teórico y se vuelve como un espacio de participación concreto.
Pero además se van a abordar otras experiencias sinodales, como el proceso que se lleva adelante en el mundo entero impulsado por el Papa Francisco, la asamblea realizada en octubre pasado, la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe o el sínodo alemán.
También temas más específicos como formas de participación en el liderazgo y servicios de la Iglesia, como los ministerios, ya sea diaconal, presbiteral y episcopal, otros posibles ministerios laicales y el acceso a ellos. Y finalmente reflexiones y propuestas en torno a cuestiones canónicas y litúrgicas.
Muchos de estos temas han sido formulados por las contribuciones de las Conferencias Episcopales en esta etapa del sínodo. Sin embargo, necesitan una fundamentación y reflexión profunda que permita consolidarlos como un camino viable que concretice la vida sinodal de las comunidades.
Por eso este encuentro contribuye eficazmente a encontrar esas bases en las experiencias que ya se están llevando adelante y en las consideraciones teológicas que abran una perspectiva basada en la eclesiología del Pueblo de Dios.
Un mismo proceso
P.- Se aproxima el Congreso teológico sinodal, ¿este encuentro de teólogos cómo contribuirá a este evento de agosto?
R.- Creo que ambos se insertan en un mismo proceso de reflexión. Este tiempo entre la primera y la segunda sesión de la Asamblea del Sínodo es una invitación a profundizar sobre cómo ser una Iglesia sinodal en misión.
Esto quiere decir ver las estructuras, acciones, estilos que nos permiten vivir la sinodalidad como una forma de ser de la Iglesia y que le ayudan a llevar adelante mejor su misión de hacer presente el Reino.
La primera sesión arrojó una serie de luces que ahora necesitan tomar forma en propuestas argumentadas. Estos dos eventos contribuyen a esa profundización desde lo teológico, cada uno abordando distintas dimensiones de la sinodalidad y cómo ella debe impregnar toda la acción de la Iglesia, incluso la forma de hacer teología.
Estas reflexiones son muy importantes especialmente para los participantes de la asamblea de octubre próximo, porque ellos tendrán que discernir esos caminos con propuestas específicas que sean sustentables.
Una mirada común
P.- El Celam ha hecho una importante labor en apoyar a diversas instancias y distintas conferencias episcopales en la recolección y construcción de los aportes a la segunda fase del Sínodo, ¿qué balance hace al respecto?
R.- “Estamos muy satisfechos con el proceso que se ha hecho en el continente. Los equipos sinodales nacionales se comprometieron con la animación de esta etapa impulsando a las diócesis a responder las preguntas que buscaban profundizar la reflexión a partir del Informe de Síntesis de la primera sesión.
La participación fue diversa en las diócesis, pero esta consulta no pretendía repetir la amplitud de las etapas anteriores, sino ser más reflexiva, por eso estaba orientada a ámbitos más específicos.
Hemos recopilado todas las contribuciones, se han sistematizado y enviado a las madres y padres sinodales y ahora se está haciendo una síntesis para tener una visión más consolidada de las sugerencias que aparecen.
Esto nos permitirá avanzar en una mirada común en América Latina y el Caribe una vez que se publique el documento de trabajo del Sínodo. Y para ello tendremos un encuentro presencial del 12 al 14 de agosto.
En general, uno ve que hay una continuidad en los temas que aparecen incluso desde la Asamblea Eclesial y que de a poco van tomando más forma: la necesidad de asumir la corresponsabilidad de todos los bautizados en los procesos pastorales de la Iglesia, la participación de mujeres y jóvenes en ministerios y ámbitos de decisión, una formación integral mayor para todo el pueblo de Dios y en ámbitos diversos, profundizar la vivencia espiritual del encuentro con Cristo, los consejos y asambleas como ámbitos de participación.
En definitiva, se pide crear una cultura sinodal que cambie nuestras formas de relacionarnos y participar, en la actualidad muchas veces marcadas por autoritarismos, egoísmos o rivalidades al interior de las comunidades.
Se evidencia también un camino ya hecho en muchas diócesis y países y que es una riqueza que América Latina y el Caribe pueden también aportar porque dan cuenta de los frutos que la propuesta de ser una iglesia más sinodal es capaz de generar.