Para compartir en nuestra comunidad

  • Pablo y Bernabe regresan después de su primer viaje misionero a Antioquia y allí dan su testimonio: “les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe”. Se saben instrumentos del Señor y de su gracia salvadora y entienden que es Dios quien abre los corazones a su Palabra (Hch 14,21b-27).
  • Juan nos habla de un cielo nuevo y una tierra nueva, de la nueva Jerusalén. Ve esa novedad como profecía para el futuro hacia la cual como creyentes debemos ir siempre en camino. También ve la ciudad santa como una esposa engalanada para las bodas con su esposo. Esto no hace pensar que, mientras como Iglesia va en su peregrinar terreno, debemos caminar en humildad y servicio, mientras llega el momento de las bodas eternas (Ap 21,1-5a)
  • El mandamiento nuevo de Jesús es que nos amemos, no ya como se nos dice en el Antiguo Testamento “Amarás al prójimo como a tí mismo” (Lv 19,18), sino que nos amemos como el mismo nos ha amado, es decir, con su mismo amor: amor sacrificado, desinteresado, ilimitado; amor que no busca ser servido sino servir; amor que no juzga ni condena, sino que salva (Jn 13,31-33a.34-35).
  • En cada eucaristía revivimos el amor de Cristo por nosotros. Actualizamos su sacrificio redentor que atrae de nuevo nuestro corazón hacia su corazón traspasado, para experimentar todo su influjo vivificador. También dejamos que Jesús nos transmita su amor por los otros y nos abra cada vez más a la comunión universal.
  • CEC 2746-2751: la oración de Cristo en la Última Cena; CEC 459, 1823, 2074, 2196, 2822, 2842: “como yo os he amado”; CEC 756, 865, 1042-1050, 2016, 2817: los cielos nuevos y la tierra nueva.

 

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