El Instituto de Pastoral del Clero, ubicado en El Rodeo, La Ceja, Antioquia, Colombia, se dedica a acompañar a obispos, sacerdotes y diáconos de Latinoamérica. Su objetivo es ofrecer formación y apoyo pastoral para fortalecer el ministerio y la labor evangelizadora en la región.

NUESTRA ORACIÓN LITÚRGICA

Dentro de nuestro oficio sacerdotal, tenemos como dulce tarea el rezo de la liturgia de las horas. La Iglesia, como comunidad orante y ejercitando la función sacerdotal de Cristo, celebra desde antiguo la Liturgia de las horas, por medio de la cual, escuchando a Dios que habla a su pueblo y recordando el ministerio de la salvación, lo alaba sin cesar con el canto y la oración, al mismo tiempo que ruega por la salvación del mundo entero. Como en toda acción litúrgica en el rezo de la liturgia se lleva a cabo la perfecta glorificación de Dios y la salvación de las almas. Sin embargo,  las acciones litúrgicas, para que gocen de toda su bondad y eficacia deben ser acciones realizadas de modo consciente, con la debida preparación y con todo el afecto del corazón; ¿Esto que quiere decir?  Ante todo, que debemos conjurar el peligro de que la liturgia de la horas se nos vuelva una recitación mecánica o el simple cumplimiento de una norma para tranquilizar la conciencia. Por otro lado, tener muy claro, antes de comenzar la oración, si se reza una feria ordinaria, una memoria obligatoria, una fiesta o una solemnidad. No llegar, como puede suceder alguna vez, sin saber lo que la Iglesia celebra ese día y, por tanto, correr el riesgo de perder esa unidad con la plegaria de toda la Iglesia. Luego, necesitamos disponer el corazón para la recitación de los salmos, dejando que el Espíritu Santo ponga en nuestro corazón los sentimientos que los salmos nos sugieren y aprendamos poco a poco a dirigirnos a la Majestad divina como conviene.

La obligación de celebrar la liturgia de las horas es un compromiso que como ministros del Señor adquirimos desde la ordenación diaconal. Por tanto, todos los días estamos obligados a recitar el oficio de lectura, las laudes, una hora intermedia (como mínimo, o las tres si nos es posible), las vísperas y las completas. Esto nos permite vivir todo el día un ritmo de oración, que tiene como finalidad, mantenernos unidos a Dios y a la oración de toda la Iglesia, ejercitando la intercesión constante y favorecer nuestra consagración total a Dios. Por supuesto, todos los fieles laicos, aunque no tienen esta obligación, pueden participar de esta oración dado que es acción de la Iglesia.

Es muy recomendable que los presbíteros, en las parroquias, ofrezcan una preparación debida a los laicos que participan de la liturgia de las horas, para que capten su sentido verdadero, y usarla en retiros espirituales, encuentros de oración, tiempos litúrgicos fuertes, en la celebración diaria de la eucaristía, en la adoración al Santísimo, etc.

Aunque todos los sacerdotes diocesanos estamos obligados a celebrar o recitar íntegramente cada día la liturgia de las horas (Codex Iuris Canonici c. 276 p2, n.3), puede haber un motivo grave de salud, de servicio pastoral del ministerio, de ejercicio de la caridad o de cansancio que exima de la recitación parcial o incluso total del oficio divino. Sin embargo, para omitir el oficio de laudes y vísperas se requerirá un causa de mayor gravedad aún, pues dichas horas son “el doble gozne del oficio cotidiano” (cfr. Sacrosanctum concilium 89). 

Aprovechémonos verdaderamente de este medio de santificación sacerdotal, que nos recuerda durante todo el día a Aquél que nos llamó, nos consagró, nos envió y nunca nos deja solos.

P. José Humberto

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