- El paso por el desierto no fue fácil. El pueblo Hebreo tuvo que librar batallas contra sus enemigos. Batallas como esta contra Amalec, en que lo decisivo es el poder de Dios a su favor por la intersección de Moisés (Éx 17,8-13)
- San Pablo exhorta a Timoteo a ejercer el ministerio de la Palabra “a tiempo”, es decir cuando la palabra es esperada, pero también “a destiempo”, es decir, cuando no es esperada. Porque la Palabra de Dios debe ser anunciada ininterrumpidamente. Solo así, los hombres aprenderán la verdad, entenderán la verdad, serán mejores, podrán enseñar a otros el camino de Dios. Entonces la perfección del hombre será posible y podrá obrar según Dios (2Tm 3,14-4,2).
- Si la insistencia de una persona es capaz de mover a un indiferente, cuanto más el que insiste con fe a Dios, hablándole como a Padre, conseguirá de él su providencia (Lc 18,1-8).
- En cada eucaristía podemos pedir lo que aquella viuda pedía “Hazme justicia frente a mi adversario”. Si, en cada eucaristía toda la asamblea recita el Padre Nuestro y pide con un mismo corazón y una misma alma “y líbranos del mal”, que podemos traducir: haznos justicia frente a nuestro enemigo el diablo que quiere separarnos de ti.
- CEC 2574-2577: Moisés y la oración de intercesión; CEC 2629-2633: la oración de petición; CEC 2653-2654: la Palabra de Dios, fuente de oración; CEC 2816-2821: “Venga tu Reino”; CEC 875: la necesidad de la predicación.
