Para que el Dueño de la Mies, que un día los llamó para ser sus “jornaleros”, los llene de fuerza y sabiduría, para que, con docilidad, prediquen el Evangelio donde estén más sedientos de Cristo.
Para que el Dueño de la Mies, que un día los llamó para ser sus “jornaleros”, los llene de fuerza y sabiduría, para que, con docilidad, prediquen el Evangelio donde estén más sedientos de Cristo.
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