Padre bueno, te damos gracias por los obispos que pastorean tu Iglesia. Derrama sobre ellos la gracia de tu Espíritu para que sean fieles testigos del Evangelio, servidores humildes y constructores de unidad. Fortalécelos en las pruebas, dales sabiduría en las decisiones y un corazón lleno de misericordia para con su pueblo. Que, guiados por La Virgen María, caminen siempre junto a sus comunidades hacia ti.
