- El autor sagrado nos invita a pensar en los designios de Dios. Qué es lo que Dios quiere o espera de sus creaturas. No lo podemos saber si Él mismo no lo revela. El autor ya nos habla proféticamente del envío de Cristo -a quien identificamos como la Sabiduría- y del Espíritu Santo. Jesús nos ha revelado el designio de Dios y el Espíritu nos va revelando cómo este designio se va realizando en la historia (Sb 9,13-18).
- Pablo invita a Filemón a cambiar de mirada y de actitud frente a Onésimo. Aunque es su esclavo; por la fe en Jesucristo se ha convertido en su hermano querido. La belleza de la fe, para la familia cristiana es esa, cada persona que ha renacido en Cristo por la fe y el bautismo es un hermano querido para nosotros. Y esto debemos vivirlo con toda verdad (Flm 9b-10.12-17).
- Jesús a través de dos parábolas nos ayuda a comprender algunas de las implicaciones de la vida nueva a la que Él nos invita. Primero, que esta vida de perfección es como la construcción de una torre, la cual debe proyectarse a conciencia y sabiendo bien lo que se necesita para llevarla a feliz realización; segundo, que esta vida es como una batalla a la que no podemos ir sin medir primero las consecuencias. Jesús nos dice que hay que sentarse a “calcular a “deliberar”. Sin una actitud consciente, reflexiva, realista y proyectiva de la vida cristiana no es posible el verdadero seguimiento de Jesús (Lc 14,25-33)
- En la Eucaristía se nos dice “en Cristo que nos ha hecho hermanos con su Cruz, dense fraternalmente la paz”. Se nos recuerda siempre esta verdad “somos hijos de Dios”, por tanto, debemos vivir trabajando y cultivando la paz en todas nuestras relaciones. Nadie puede acercarse a recibir el cuerpo del Señor sin estar reconciliado con su hermano.
- CEC 273, 300, 314: la trascendencia de Dios; CEC 36-43: el conocimiento de Dios según la Iglesia; CEC 2544: preferir a Cristo antes que a todo y a todos; CEC 914-919, 93-932: seguir a Cristo en la vida consagrada.